En román paladino

300 años más

Con la postura  tradicional  sobre Gibraltar pueden pasar otros 300 años más,  tras 300  de irredentismo y fracasos.

Publicado: 30/07/2020 ·
10:32
· Actualizado: 30/07/2020 · 10:32
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Autor

Rafael Román

Rafael Román es profesor universitario, miembro del PSOE, exconsejero de Cultura y expresidente de la Diputación de Cádiz

En román paladino

El autor aborda en su espacio todos los aspectos de la actualidad política tanto de España, Andalucía y la provincia de Cádiz.

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Querían  que la ministra de Exteriores fuera al  Congreso porque  se reunió con el Ministro Principal de Gibraltar. El Congreso lo ha rechazado. Imaginaban la escena  bíblica del Libro de los Jueces:  “Muera yo con  los filisteos”,  le habría dicho González Laya a Fabian Picardo. Las columnas de las Cortes caerían con  gran estrépito.  Es un disparate y una desmesura la reacción de la derecha: “Ruptura”, “traición”,  “error histórico”, “rendición” y  “reprobación”.

Con la postura  tradicional  sobre Gibraltar pueden pasar otros 300 años más,  tras 300  de irredentismo y fracasos. La política de hostigamiento ha provocado   la reacción de aislamiento y de numantinismo de los gibraltareños.

La  cerrazón del Reino Unido se veía así reforzada  para mantener su  estratégica base aeronaval. Cualquiera  que conozca el devenir histórico desde 1704 sabe que se han probado asedios, cierres de frontera, operaciones de ataque conjunto con potencias extranjeras -incluido Hitler-, propuesta de intercambio por dominios españoles en América o  el norte de África, retirada del cónsul, cierre del Cervantes, colas interminables,   concluyendo   con los resultados conocidos. La resolución de la ONU se produjo tras la  descolonización del Tercer Mundo, con  un  sólido “bloque soviético” y  con la “tradicional amistad” del mundo árabe  e hispanoamérica. Ahí  quedó  inamovible. Como los procesos de Lisboa y Bruselas.  Los cazadores de oportunidades  buscan  ahora rentabilizar el Brexit, sobre la cabeza de los campogibraltareños. 

Con la democracia, Fernando Morán impulsó una política de población. Su estela la prosiguió  Moratinos. Sin renuncias. La salvaguarda   de los intereses y/o   los deseos de los gibraltareños debían ser tenidos en cuenta por democracia  y  porque el parlamento británico manifestó  reiteradamente que respaldaría  la voluntad  del pueblo de Gibraltar. En medio, socios en la OTAN. Estas son las coordenadas del nudo gordiano que la diplomacia española debe resolver con  nuevos postulados.  El pasado sólo ha deparado frustración. 

La estrategia del gobierno de Pedro Sánchez de  lanzar una “zona de prosperidad compartida”   en el Campo de Gibraltar - que resume, como Andalucía, la posición estratégica española- es sólo el punto de partida, que la Comarca apoya, para superar un impasse tricentenario,  con un nuevo enfoque de las relaciones con el Reino Unido y con la corresponsabilidad de la representación del pueblo de Gibraltar, que es su gobierno democrático, arrancado a los británicos por los gibraltareños.  Cayó el Muro de Berlín ¿Porqué no va a caer la verja de Gibraltar?

 

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