En román paladino

De la tristeza a la rabia

Hoy, amargamente, Juan Carlos I es un lastre para el país

Publicado: 08/07/2020 ·
09:22
· Actualizado: 08/07/2020 · 09:22
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Autor

Rafael Román

Rafael Román es profesor universitario, miembro del PSOE, exconsejero de Cultura y expresidente de la Diputación de Cádiz

En román paladino

El autor aborda en su espacio todos los aspectos de la actualidad política tanto de España, Andalucía y la provincia de Cádiz.

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Las reacciones por el progresivo conocimiento de las actividades de Juan Carlos I, han ido cambiando  de la incredulidad inicial a la tristeza para concluir en rabia y vindicación de  justicia.  Hay  frases  pronunciadas por el anterior monarca que generan incredulidad: ”Afortunadamente vivimos en un Estado de Derecho y cualquier actuación censurable deberá ser juzgada y sancionada con arreglo a la ley. La Justicia es igual para todos”. Lo dijo a raíz del caso Urdangarín, que se pretendió distanciar,  poniendo al interesado con el Océano Atlántico  de por medio,  con un cargo empresarial en EE.UU. Sin embargo la justicia actuó y la condena, tras un proceso con todas las garantías, se está cumpliendo.

Fue una primera prueba del proceder de la justicia en los aledaños de la monarquía. La segunda viene ahora y -cualquiera que sea el resultado- supondrá un durísimo reto para la institución. El rey Juan Carlos tiene  el reconocimiento del pueblo español por haber sabido dar cauce a la democratización  del país y  fue refrendado por  la Constitución en su articulo primero: “La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria”.  Ha terminado,  sin embargo, obligado a su retirada y siendo investigado por la justicia. Hoy, amargamente,  es un lastre para el país.

El actual rey asumió la Jefatura del Estado siguiendo la Constitución, que estipula   que “La Corona de España es hereditaria en los sucesores de S.M. Juan Carlos I de Borbón, legítimo heredero de la dinastía histórica”. El rey  parece que ha actuado con   pulcritud en relación con los affaires de su padre -Arabia, Zarzuela, Suiza, Panamá, Bahamas-  pero el gran interrogante  es si los conoció  - como  los gobiernos anteriores y otros servicios del Estado - y no se hizo nada, a  su debido tiempo,  para poner coto a los presuntos abusos. Se actúa  con los reyes  con un  trato reverencial y lisonjero,  en lugar de con la exigencia moral y legal  que es la actitud requerida por todos los responsables públicos.

Las mismas instancias del Estado que han rodeado al rey en el 40 aniversario del Tribunal Constitucional han tenido  una gran  responsabilidad, por su inacción,  con lo que ahora se va conociendo.  Es lo que hay que corregir de cara al futuro.  Es la Jefatura del Estado lo que está en juego.

 

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