Es la que tendrá el Consejo Europeo el próximo jueves 23 a las 15 horas. El Consejo Europeo podrá seguir dándole vueltas a la rueda de marear o tomar una decisión positiva a la hora de afrontar el drama sanitario que padece Europa y que, a todas luces, se va a convertir en una terrible crisis social, económica y -si no se adoptan medidas radicales- política, de consecuencias imprevisibles. Es la verdadera cita que importa a España. Está muy bien la comisión parlamentaria farisaica -filibusterismo a la vista- que habrá en el Congreso y que se eternizará entre el deseo del Partido Popular de pasar en ella a guillotina al gobierno, convirtiéndola en una comisión de investigación, y el desespero del gobierno que necesita ante Europa de un frente común de todos los partidos para conseguir fondos sustanciales para España.
El presidente del gobierno será portador en el Consejo Europeo de una propuesta de un billón y medio de euros. Una cifra astronómica para la reconstrucción europea, tras el desastre del coronavirus. El pasado 26 de marzo el Consejo Europeo acordó que se requería una estrategia de salida coordinada, un plan de recuperación integral y una inversión sin precedentes. Los dirigentes estaban de acuerdo en impulsar un plan de acción para restablecer en la UE un crecimiento fuerte, sostenible e integrador, basado en una estrategia ecológica y digital. Faltaba la madre del cordero: su financiación. Italia sigue inamovible en los eurobonos -deuda mancomunada de toda la UE-. España lo apoya pero abre un nuevo escenario, el de un gran fondo de 1,5 billones, del que sólo se pagarían los intereses y avalada por los presupuestos comunitarios. Así -de acuerdo con Francia- intenta soslayar la oposición alemana, neerlandesa y austriaca… a los coronabonos.
Los cuatro pilares -salud, finanzas, protección social y UE- presentados para la discusión prevista en Moncloa - y que Casado ha obligado a trasladar al parlamento - están absolutamente condicionados a la obtención de dinero fresco europeo, porque el Estado español ya está asumiendo el coste de la crisis con fondos propios, a deuda creciente. Las medidas a medio plazo exigen volver a la reindustrialización y la digitalización reforzada de nuestra economía, a la investigación y la ciencia como motores de desarrollo y a una economía de base ecológica. Ha sido una auténtica vergüenza la enorme dependencia de China.
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