Una legislatura larga es lo que desean los nuevos mandatarios de la cosa pública española. El presidente, los vicepresidentes y los ministros que serán nombrados mañana quieren un mandato prolongado. También lo quieren los diputados y senadores, aburridos de legislaturas de meses, en los que los nuevos apenas han estado escasas horas sentados en sus escaños y no han conocido ni los recovecos de las cámaras. Ésta puede ser la legislatura de la estabilización del sistema político. Tras el paso de las mayorías absolutas -o cercanas a las mismas- han venido unos años de legislaturas cortas, de moción de censura y de repetición electoral. Los partidos, ni los tradicionales ni los nuevos, supieron adaptarse a la nueva situación. Por eso fracasó la primera investidura de Pedro Sánchez, por ello ya no está Albert Rivera en la vida pública. Iglesias logró mantenerse, tras escindirse Más País y Casado está muy lejos de los resultados de Rajoy, tras la aparición de Vox. Ahora se ensaya una nueva fórmula, la de la coalición electoral y la del entendimiento entre diferentes. Es la aceptación de la realidad.
Los 167 votos de la mayoría gubernamental -nucleada por el PSOE y Unidas Podemos- se ha visto acompañada por el PNV y pequeños partidos regionales que han logrado establecer un gobierno. La generalidad de los comentarios políticos abundan en la precariedad de este gobierno sin mayoría absoluta. Pero hay otro punto de vista. La oposición al gobierno no alcanza ni tiene posibilidad de lograr una mayoría alternativa. Para hacer triunfar una moción de censura deben llegar a la cifra de 176 votos. Hoy están en 165 noes al actual gobierno pero eso no significa que los nacionalistas catalanes exconvergentes o los de CUP vayan a participar en maniobras de derribo de un gobierno con Vox, PP y Ciudadanos. La cifra real sería mucho más corta.
La legislatura puede ser larga si el conjunto de fuerzas políticas que apoyan al gobierno son capaces de aprobar un par de presupuestos y se dan maña para no romper las negociaciones -difíciles y enrevesadas- de lograr una mediana pacificación de la “cuestión catalana”. El gobierno tiene un colchón de 185 votos para los asuntos corrientes de políticas sociales, laborales, de género y otras. El nudo gordiano de la legislatura va a estar en la capacidad de afrontar pacíficamente la recomposición del problema catalán.
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