Parece que va llegando el tiempo de que se pueda decir con propiedad la famosa frase italiana “Piove, porco goberno” (Llueve, cochino gobierno). Los tiempos del gobierno sin responsabilidad -o con responsabilidades reducidas- por hallarse en funciones, se pueden estar acabando. A partir de que se forme será culpable de la sequía y de las inundaciones, siguiendo el dicho. El gobierno de izquierdas -muy hegemonizado por el PSOE, aunque con la novedad de la incorporación de Unidas Podemos- puede estar a pocos días de poderse formar. Los que meten miedo con Frankenstein y el Frente Popular disfrutan con lo que a todas luces es una ensoñación: la reiterada descalificación del gobierno que aún no se ha formado y que ya es el conjunto de todos los males sin bien alguno. Ya presuponen la traición a España, las puñaladas “a posteriori” a los muertos por ETA, la paulatina desintegración de España, la pérdida del idioma que hablan más de 500 millones de personas en el mundo, la puesta en posición de alerta de las Fuerzas Armadas por todo lo anterior…y algunos ya hasta demandan el abandono de la Unión Europea porque una sentencia - pedida por consulta del Tribunal Supremo- no ha resultado lo favorable que se podía suponer.
Una vez que se ha celebrado el congreso de Esquerra Republicana con resultados que, por encima de la palabrería altisonante, se muestra dispuesto al pacto, la investidura y la aprobación de un presupuesto que sustituya al de Montoro, aún en vigor, están al alcance de la mano. No va a ser cosa menor contar con gobierno y presupuesto, celebrar la conferencia de presidentes autonómicos, empezar a aprobar leyes y contar con presencia internacional representando a la cuarta economía de la Unión Europea.
El problema catalán, que está lastrando la estabilidad de España y la economía catalana, tendrá que enfocarse con otro punto de vista. Desde la ley, pero con ganas de arreglarlo. Se le ha hecho mucho daño al país como para que los escarmientos no estén ya en ambas orillas del conflicto. Los gobiernos españoles han perdido fortaleza para emprender reformas y los dirigentes catalanes lo están pagando con el sufrimiento correspondiente. Que la marea de la agitación baje es la primera condición. No va a ser fácil porque en el carro maximalista se han subido muchas organizaciones y no resulta gratis descabalgarse.
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