En román paladino

El mundo del lujo

Un pequeño grupo de potentados dispone de más renta que millones

Publicado: 26/11/2019 ·
22:57
· Actualizado: 26/11/2019 · 22:57
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Autor

Rafael Román

Rafael Román es profesor universitario, miembro del PSOE, exconsejero de Cultura y expresidente de la Diputación de Cádiz

En román paladino

El autor aborda en su espacio todos los aspectos de la actualidad política tanto de España, Andalucía y la provincia de Cádiz.

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El mundo del lujo ha dado estos días varios campanazos.  En el Antiguo Régimen estaba asumido que la diferencia entre los estamentos y las clases era notoria y hasta natural. El ascenso social estaba prácticamente imposibilitado y cada cual se conformaba con la posición que la cuna le asignaba, salvo pocas excepciones. Era la sociedad estamental. Había una industria del lujo exorbitante para lucimiento de la minoría de la nobleza  -también del alto clero - pudiente que deslumbraba a las clases populares con la ostentación. El mundo cambió con las revoluciones burguesas, la más destacada y renombrada la Revolución Francesa. La Revolución Americana fue anterior pero estaba lejos, en el Nuevo Continente.

Después  que se sucedieron  las revoluciones burguesas y, tras ellas, las sociales, en las que distintas capas de la sociedad exigieron de mil formas una nivelación social y una igualdad de trato. En eso se está pero la criáis ha hecho aflorar las desigualdades de manera escandalosa. Ayer la industria del lujo explotó en todo su esplendor. El grupo de Louis Vuitton, propiedad de la familia Arnault, la  más rica de Francia, ha comprado las joyerías Tiffany por 14.700 millones de euros. Una ganga al alcance de cualquiera. El grupo tiene casi todas las marcas que asombran a los nuevos y a los viejos ricos, desde Dior a Givenchy, de Loewe a Bvlgary, de Hennessy a Moët & Chandon o Dom Perignon, de Mercier a Kenzo y así sucesivamente.

El robo que se ha producido en Dresde, la ciudad más bombardeada de Alemania en la Segunda Guerra Mundial, es el escenario del Antiguo Régimen, un conjunto de piezas de diamantes y orfebrería  del siglo XVIII, de un valor incalculable y de una exuberancia extraordinaria, pero, evidentemente, mal custodiado en la otrora pujante  Sajonia. La compra de Luis Vuitton es la demostración de las desigualdades contemporáneas. Un  pequeñísimo grupo de potentados dispone de más renta que millones de personas. Está claro que se hicieron algunas revoluciones pero quedan otras por hacer. Por eso surgen voces como las de Thomas Pyketty, en Francia, el  brillante economista especialista en la desigualdad, o del británico Owen Jones, un deslumbrante escritor que defiende sin cortapisas la herencia de la clase obrera y se ha manifestado contra su demonización. Ambos defienden la superación del capitalismo y  son partidarios de impuestos a las grandes empresas para combatir la desigualdad.

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