El cordón de moda es el de Albert Rivera, que ha maravillado al personal porque con varios meses de anticipación le ha cantado a la opinión pública, a todo el PSOE y a Pedro Sánchez en particular. Fue un autor y músico gaditano, el maestro Salvador Guerrero, el que más ha hecho sonar en España el cordón, palabra que ya es clave en la presente precampaña electoral y que se oirá hasta el último día de la misma. Pero el maestro Guerrero hablaba musicalmente del “cordón de mi corpiño”. Luego, recientemente, se ha hablado del cordón que ha sido objeto de un detestable fraude, el del cordón umbilical. Un tal Raúl ha estafado a cerca de 400 familias con la falsa custodia de los cordones, que el desaprensivo guardaba en un descuidado maletero, diciéndoles a las víctimas que los enviaba a Alemania, por lo que cobraba 2000 euros.
Ha declarado Rivera un cordón sanitario, ha querido poner en un gueto político a los socialistas, un nuevo apartheid. No contarán con su apoyo para formar gobierno, en ningún caso. Hasta ahora los cordones sanitarios en Europa generalmente se ponían para aislar a los partidos extremistas de derecha, al objeto de que no pudieran formar gobierno o alianzas parlamentarias, que les diera poder. Albert Rivera se sale del guión, tratando de demonizar a un partido que ha gobernado en España durante la mitad del nuevo periodo democrático español, siempre dentro de los cánones de las más contrastadas democracias occidentales y con la Constitución como norma.
Lo contradictorio del asunto es que en el conjunto de la política europea las alianzas habituales han sido entre socialistas, democratacristianos y liberales. En la próxima convocatoria europea todo apunta a que la necesidad de este acuerdo será aún más necesaria por el alza de los partidos populistas, como es el caso de Italia. Ciudadanos pertenece a la Internacional Liberal que tiene líderes tan destacadamente liberales de verdad como el canadiense Justin Trudeau o el belga Guy Verhofstadt. La francesa Simone Veil, víctima del Holocausto y presidenta del Europarlamento, liberal con fondo, se volvería a la tumba y ahora el presidente Emmanuel Macron no cesa de enviar señales negativas considerando nada adecuada la decisión de un tripartito que incluye a un partido no homologable con las tradiciones democráticas. Ni en Andalucía, ni en España ni en Europa se entiende ese liberalismo nada liberal.
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