Todo apunta a que en la Junta de Andalucía va a comenzar una nueva etapa. Las comisiones de negociación establecidas por los partidos Ciudadanos y Partido Popular van avanzando en un programa de gobierno que pudiera llegar hasta las 100 medidas para realizar en el menor tiempo posible, sabedores de que lo que no se hace al inicio de los mandatos luego cuesta más esfuerzo y convencimiento de la opinión pública. Quieren aprovechar la benevolencia que la prensa y la opinión dan a los que llegan al gobierno en sus primeros momentos.
Los andaluces –no hay que ser un lince para saberlo- desean que el gobierno nuevo que se pueda formar, gobierne y que gobierne bien y para todos, o, al menos, lo haga para la gran mayoría, independientemente de lo que hayan votado. Es la norma democrática. Los partidos son de parte, los gobiernos se deben a la generalidad de los ciudadanos. Pero asaltan dudas obvias. Un gobierno basado sólo en esos dos partidos –Partido Popular y Ciudadanos – no tiene mayoría ni para conformar la Mesa del Parlamento de Andalucía, ni mucho menos para lograr la confianza de la cámara andaluza para conseguir la investidura del presidente de la Junta de Andalucía, que nombra finalmente a sus consejeros.
El nudo gordiano –imposible de desatar- es que para llevar adelante todos los propósitos de las no se sabe cuántas medidas –las que finalmente sean acordadas- se necesita el apoyo indefectible, sólido y permanente de algunos que no se han sentado en la mesa de negociación. No serán obviamente colaboradores de ese empeño ni el PSOE de Andalucía, que vive su particular tragedia griega, ni Adelante Andalucía, que también está inmerso en periodo de reflexión obligada, (aunque, en este caso, no viene del poder sino de la misma oposición) sino de los parlamentarios de VOX. Son esos doce diputados, con su programa, con sus ideas, con su voto, los que en cada ocasión tendrán que decidir si apoyan, el programa que no es el suyo, dado que no han participado en su elaboración, el gobierno, en el que no van a participar, que resulte de ese programa y el presidente de la Junta de Andalucía, que resulte de ese extraño maridaje.
Con seguridad, lo habitual será oír llamadas a la responsabilidad a los partidos excluidos del maridaje, para que lleven adelante el matrimonio, del que no son partícipes.
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