En román paladino

¿Desaparecen los Estados?

La Constitución y las leyes son de obligado cumplimiento. Sin su respeto no hay democracia que se salve. Pero la política está para buscar soluciones.

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Evidentemente, sí. Cayó el Imperio Romano y  se desintegró la Unión Soviética. En  medio han caído  imperios y muchísimos Estados. El ejemplo más espectacular  –pésimo - fue el de la antigua Yugoslavia. Acabó la antigua República Federativa Socialista de Yugoslavia,  gobernada con mano de hierro por el mariscal Tito y terminó sus días con proclamaciones unilaterales de independencia de las distintas repúblicas–seis repúblicas y dos provincias autónomas-, una guerra civil cargada de atrocidades genocidas y limpiezas étnicas. De los peores espectáculos que ha dado Europa al mundo. En la preexistente Checoslovaquia el desencuentro de ese Estado se hizo con una partición pacífica: República Checa y Eslovaquia surgieron como dos nuevos Estados, tras su amable partición. No es lo frecuente pero milagrosamente sucedió. Los Estados nacen, se desarrollan, se transforman y fenecen. No se conoce ningún Estado eterno, ni inmortal, ni invariable. Los procesos de unificación son, sin embargo,  más lentos. Los Estados  Unidos de América o de la Unión Europea lo explican de manera suficiente.

Ayer todo lo aquí narrado sobrevoló en los discursos que se oyeron en la solemne apertura oficial del año judicial en la sede del Tribunal Supremo. La imagen exterior no ha cambiado demasiado. Había dos mujeres, la ministra de Justicia y la Fiscal General del Estado pero todos los presidentes de Sala son hombres y esa foto sigue siendo la misma. El fondo de los temas que subyacen en las preocupaciones del establishment de los poderes del Estado sigue siendo la enorme preocupación por la marcha del Estado por el persistente desafío independentista. La propia Fiscal General ha manifestado  refiriéndose  a Cataluña que  "las legítimas aspiraciones políticas deben ser encauzadas a través del ordenamiento jurídico" y el presidente del Tribunal Supremo que "cuando la Constitución resulta golpeada debemos defenderla".   España atraviesa  “uno de los momentos más delicados de su historia reciente” fue la frase estrella.

Es el Estado. Pero en Cataluña ante la Diada que se conmemora hoy  una parte importante de la población – no la mayoría-, la mayor parte del parlamento catalán y el gobierno catalán y una gran parte de sus ayuntamientos piensan de otra forma. El Partido Popular y Ciudadanos compiten por demandar con urgencia un nuevo 155. ¿Por cuánto tiempo? ¿Para siempre? La Constitución y las leyes son de obligado cumplimiento. Sin su respeto no hay democracia que se salve. Pero la política está para buscar soluciones.

 

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