Los aplausos duraron medio minuto. Los diputados populares se pusieron de pie, unos con entusiasmo, otros comentando lo que estaban haciendo, otros desganados, pero la mayoría quería trasladar al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, su solidaridad por los malos momentos que pasa tras la condena de la Gürtel y la presentación de la moción de censura.
Los aplausos, sin más motivo que su sola presencia en el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo, pueden tener distintas interpretaciones. Para la bancada popular era un reconocimiento a quién ha conseguido mantener el poder, a pesar de tener a la mayoría del Congreso en contra. Para las bancadas de enfrente –las de la oposición- la situación se asimilaba a la de los aplausos que recibió calurosamente Cristina Cifuentes en la convención popular celebrada en Sevilla. El calor se tornó en frialdad absoluta y despedida del cargo para la ex presidenta madrileña a los pocos días.
Cuando la política huye de la verdad desnuda y se convierte en la apariencia de la verdad o en la mentira – hace dos días María Dolores de Cospedal dio una lección magistral,en la comisión sobre la financiación del PP, sobre la mentira en la política- todo es posible. Se cuenta que en 1787 cuando Catalina II, la Grande, de Rusia fue a visitar la anexionada Crimea el príncipe GrigoriPotemkin hizo construir falsas poblaciones –solo de fachadas, sin contenido dentro- con la finalidad de impresionar a la zarina y emperatriz, que nunca vio la degradación del territorio que visitaba. Ayer Rajoy vio esa fachada de un partido que lo apoya, pero ignora las duras críticas que los militantes y dirigentes medios de su partido hacen, abochornados y deprimidos, por la manera de conducir lo que tenía que haber sido la regeneración ¿imposible con él? de su partido.
Lo que está en el ambiente periodístico y político –y jaleado por algunas de las grandes empresas de las cotizadas en el IBEX- es la presunta presión a Rajoy para que dimita y así cortar por lo sano la votación de la moción de censura, impidiendo de esa forma el gobierno socialista en minoría. ¿Lo hará Rajoy? Sólo él lo sabe. Una ocurrencia ha sido la de Rivera, proponiendo a veteranos socialistas –Solana, Jáuregui, Redondo- sin conocimiento de los interesados y previa renuncia de Sánchez. Jugada fallida de última hora.
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