“¿Tienes una pista para esclarecer el montaje contra Cristina Cifuentes? Háznosla llegar. Ponte en contacto con nosotros en participa del Partido Popular de Madrid”. Así empezó la campaña del Partido Popular en Madrid para culpabilizar a todos del affaire del famoso master de la todavía presidenta de la Comunidad de Madrid. El culpable empezó siendo Ignacio Escolar, contra el que se ha querellado la presidenta, por ser el iniciador de las informaciones. También contra la redactora del mismo medio Raquel Ejerique. Querellas criminales y por el derecho al honor como ridículo cortafuegos frente a un volcán en ebullición. Después la mirada inquisitorial situó sobre los periodistas de El Confidencial que siguieron el serial José María Olmo e Iván Gil y finalmente contra la “garganta profunda” del caso que ha destapado el diario El Mundo, Salvador Perelló, un profesor de la propia Universidad Rey Juan Carlos que quiso preservar su anonimato, pero que, tras dar el periódico datos sobre su persona, como que era afiliado al PSOE, se ha visto forzado a salir a la escena para : “Yo no conozco ni a Gabilondo y ni a Sánchez. Ni en persona ni por mensaje. Esto no tiene nada que ver con una operación política. Esto es un funcionario … que cumple con su obligación“.
La pestilencia del caso culmina con más de un minuto de aplausos cerrados y la interfecta de pie en la reciente convención que anuncia lo mismo que le sucedió al de la Convención de Francia que encumbró a Robespierre –como ella “incorruptible”- y que pasó de presidir el Comité de Salvación Pública a ser guillotinado. Cifuentes se presentó como la pura entre impíos e impías – casi todos los presidentes de la Comunidad de Madrid, Alberto Ruiz- Gallardón, Esperanza Aguirre o Ignacio González- y ha concluido envuelta en un asunto muy chusco, muy penoso y especialmente irritante porque afecta al papel democratizador y de escala social que es la universidad.
¿Qué mensaje de esfuerzo y de tenacidad y limpieza puede ofrecer una política que falsea y engaña a los niveles que se han conocido? El papel de Ciudadanos ha sido de acompañante en la coartada de Cifuentes y ahora pide un sustituto de la misma bancada que ha aplaudido a rabiar cada una de los escándalos que se han sucedido en esa comunidad. La regeneración puede esperar, hasta la desesperación del personal.
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