En román paladino

Nunca Màis

Como es tradicional en nuestro país nadie asumió ninguna responsabilidad

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Hace 15 años que el grito de “Nunca Máis” recorrió las costas gallegas y se irradió por el resto de España por el chapapote que inundó de negro una parte del litoral gallego. Por complejas y desacertadas decisiones políticas y técnicas se optó porque el buque Prestige,  en lugar de entrar en una dársena cerrada,  se colocara en alta mar y allí se quebró en dos e inundó de petróleo, que se popularizó como “chapapote” por siempre jamás, las costas pesqueras y marisqueras de Galicia.

El escándalo fue monumental. La solidaridad de toda España se demostró enorme. Nunca se había visto la cantidad de personas de todos los rincones de España que se trasladaron a Galicia, pidiendo vacaciones, solicitando jornadas por asuntos propios, aprovechando puentes vacacionales  para volcarse en la eliminación del fuel que la marea negra llevaba una y otra vez al litoral gallego. El barco se rompió a pedazos a 250 kilómetros de la llamada Costa de la Muerte cargado con 77.000 toneladas de combustible que convirtió desde Galicia y hasta zonas de la costa francesa el episodio en una de las catástrofes ecológicas más dañinas de la historia.

Huyendo de la demagogia que una catástrofe de tamaña naturaleza pone tan fácil no puede olvidarse la primera respuesta del gobierno por boca de Mariano Rajoy – el de entonces, el de 2002-. El asunto lo resumió inicialmente en una frase memorable, de esas que mejor estaría no haber pronunciado nunca: "hilillos de plastilina de desarrollo vertical".  Memorable manera de ir avanzando estratégicamente a la presidencia del Gobierno.

Como es tradicional  en nuestro país nadie asumió ninguna responsabilidad. El capitán de un barco necesitado de reparaciones o de desguace pagó en solitario penalmente el desastre y las compañías implicadas, volaron  o se escondieron en su Liberia de bandera. La aseguradora que tiene su sede en Londres. Pondrán todos los obstáculos para una cosa tan mala para una compañía como es pagar.El caso es que  el monto importante ha corrido a cargo del Estado que  tendrá que afrontar las reclamaciones largas, complejas y más difíciles aún porque la aseguradora se acogerá a las triquiñuelas del Brexit.

De  Álvarez Cascos, que era el ministro de Obras Públicas o Fomento de la época, jamás se supo. Las aves negras agonizando en las costas no supieron nunca quién era el ministro que mandó “al quinto pino” al Prestige.

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