Algunos atribuyen a Sartre haber dicho que derecha e izquierda son dos cajas vacías. Pero Sartre no tenía razón. Llámese izquierda o derecha o progresistas y conservadores, la verdad es que sigue existiendo una línea que va desde el pensamiento ultraconservador próximo al fascismo hasta la ideología revolucionaria cercana al golpismo de izquierdas. Ejemplos hay de ambos extremos.
En medio, conservadores, democristianos, liberales, socialdemócratas, socialistas de izquierda, comunistas y los muchos istas que ha adornado a la izquierda. Negar esta realidad es absurdo, matizarla es hasta obligado, porque el mundo actual se ha vuelto complejo como para despacharlo con cuatro etiquetas. Una encuesta de My Word para la SER da claves del presente de la política española.
Se mantienen los vasos comunicantes entre los partidos: Sube el PP, baja Ciudadanos, baja el PSOE y sube Podemos. Todo moderadamente, salvo el PSOE incurso en una grave crisis que sólo acabará cuando a los afiliados le permitan ejercer su derecho a elegir una dirección democrática, que pueda reorientar su política. La necesidad de un giro político es más que necesaria porque es el único partido que ha precarizado su situación electoral. Sólo el 50% de sus antiguos votantes manifiesta estar decidido a votarlo de nuevo, pero los desengañados esperan todavía el cambio, sin decidirse por votar a partidos alternativos.
El 58% de los preguntados creen que el PSOE tiene un problema de credibilidad. Consideran que aunque se presente como un partido de izquierdas, los ciudadanos no le creen. Los votantes socialistas, en un porcentaje el 48%, señalan que el principal problema del PSOE es la credibilidad. Después viene el problema de la ausencia de liderazgo. Nadie sabe ni quiénes ni porqué están tutelando al partido, ni por cuanto tiempo seguirán sin líder político, ni parlamentario ni social. Es de interés para los andaluces que Susana Díaz tiene sus mayores preferencias entre los votantes de del Partido Popular y de Ciudadanos y Pedro Sánchez entre los del PSOE y los de Podemos.
La línea izquierda-derecha, de nuevo. Es evidente que defender una cosa y su contraria en tan poco tiempo, facilitar el gobierno y encabezar la oposición, castigar a los que cumplían el programa y premiar a un aparato que se presenta antipático y autoritario tiene sus costes. Las gestoras y las encuestas las carga el diablo.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es