El sexo de los libros

Gertrude Stein: 'una rosa es una rosa es una rosa es una rosa'

El pensamiento helicoidal característico de Gertrude Stein avanza mediante estructuras deliberadamente reiterativas para obtener un preciso reflejo de la realidad...

  • Gertrude Stein

Gertrude Stein (1874-1946), que era feminista y lesbiana, fue también —además de lesbiana y feminista, habría que especificar— una ferviente trabajadora del lenguaje literario; y, en este sentido, su caso es comparable al de Teresa de Jesús: habitante, hacía siglos, del mismo distrito infernal.

De Teresa de Cepeda puede afirmarse lo que Roland Barthes declaró de Ignacio de Loyola.  La santa de Ávila fue, como el vasco (Ad  Maiorem Dei Gloriam) elevado a los altares, una fundadora de lengua.

En su libro Sade, Fourier, Loyola (1971), Roland Barthes expone, luego de un agudo análisis, que las tres personalidades mencionadas en el título de su obra fueron auténticos fundadores de lenguas (logothètes). Sade es la lengua de un erotismo superlativo y desenfrenado; Fourier es la lengua de la utopía y la felicidad social; Loyola es la lengua para dialogar  con Dios. Los tres son “formuladores, inventores de escritura, operadores de texto”.

Teresa fundó una lengua prodigiosa y una infinidad de signos insólitos, además de llevar a cabo la reforma de la orden carmelitana y la erección de muchos conventos.
 
Al igual que la monja abulense, Miss Stein, fundadora de lengua,  practicó una libertad  perfecta a la hora de escribir. Inventó una nueva forma de concebir la frase, una nueva forma de puntuación radicalmente distinta y libérrima con el objetivo de romper las numerosas  barreras inútiles de la sintaxis, y, por añadidura, lograr la nitidez y la exactitud expresivas.

Un ejemplo: “Los franceses dicen que una puerta siempre está o abierta o cerrada pero abiertas o cerradas no le interesaban a Ida lo que realmente le importaba era la mera existencia de una puerta. No le molestaba permanecer en una portería o en un vestíbulo pero no le gustaban las puertas. Si tenemos en cuenta su aversión hacia las puertas resulta bastante natural que nunca saliera de visita. Sabía que le gustaba salir pero no por una puerta. Así era y así era ella.
Un día lo estaba contando, si estás en un espacio abierto dentro de una casa, decía, y hablas con alguien que pueda oírte resulta muy agradable pero las puertas jamás son agradables las puertas” (Ida, 1941). Creo que ha quedado claro el asunto de Ida y las puertas. 

El pensamiento helicoidal característico de Gertrude Stein avanza mediante estructuras deliberadamente  reiterativas  para obtener un preciso reflejo de la realidad, la existente y la inexistente: cuando la realidad se transmuta en ultima ratio regis. Ella deseaba plasmar la cadencia del mundo visible, mientras vivía atormentada por el problema de lo externo y lo interno.

Otro ejemplo: “He estado exponiendo la historia de muchísimos hombres y muchísimas mujeres. En un determinado momento expondré la historia de toda clase de hombres y de mujeres, de todas las clases de hombres y mujeres que existen. Ya he expuesto la historia de muchos hombres y muchas mujeres. En un determinado momento expondré la historia de todos los restantes. Ya he estado exponiendo la historia de muchísimos hombres y muchísimas mujeres, ahora expondré la historia de muchos más y después de más y después de muchos más y entonces se terminará esta historia de muchísimos hombres y muchísimas mujeres” (Ser americanos, 1925). 

En la Autobiografía de Alice B. Toklas (1933) dice lo siguiente: “Gertrude Stein escribía muy influenciada por el sonido de las calles y el movimiento de los automóviles. También le gustaba imponerse una frase, a modo de estribillo y metrónomo, y escribir al ritmo y melodía de la frase en cuestión”.

La teoría literaria de Gertrude Stein gira reincidentemente alrededor de la pasión intelectual por la exactitud, y esto la asemeja a Santa Teresa, que se esforzaba en transmitir, con el mayor rigor posible, la inefabilidad de sus experiencias místicas.

“Una rosa es una rosa es una rosa es una rosa” es un verso del  poema ‘Sacred Emily’ (1913). La recurrencia de elementos lingüísticos es usada en este célebre aforismo  para conseguir la estricta fijación conceptual, imaginaria  y emotiva de una flor que es, a su vez, un símbolo complejo y abismalmente polisémico de la literatura universal de todos los tiempos.  

Este método lo aplicó Stein a la narrativa y a la poesía. A todo. A cualquier género que tocara. Stein era vanguardia en estado puro. Fue una precursora de la extraordinaria literatura experimental del primer tercio del siglo XX.   

Otro ejemplo más. "Dentro existe el sueño, fuera el enrojecimiento, en la mañana existe el significado, en la tarde el sentimiento. En la tarde existe el sentimiento. En el sentimiento cualquier cosa descansa, en el sentimiento cualquier cosa se acumula, en el sentimiento existe resignación, en el sentimiento existe reconocimiento, en el sentimiento existe repetición y completamente equivocado existe un pellizco. Todas las posiciones tienen vaporizadores y todas las cortinas tienen edredones y todo lo amarillo tiene discriminación y todo el círculo tiene circunferencia. Esto hace la arena " (Brotes tiernos, 1912).

Los textos de Gertrude Stein pierden mucho al ser traducidos. 

Como dijo Borges: “El hombre olvida que es un muerto que habla con muertos”.

 


      

 

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