Es imposible predecir con certeza si va a haber una tercera guerra mundial en un futuro cercano. Con las tensiones políticas y militares que se dan en el mundo actual, siempre existe la posibilidad de un conflicto de grandes proporciones. ¿Esperamos —aunque tal vez esto sea pedir demasiado— que los líderes mundiales trabajen juntos para evitar cualquier escalada de violencia y buscar soluciones pacíficas a los problemas entre naciones?
La bibliografía —poco o nada recomendable en líneas generales— sobre la eventualidad de una tercera guerra mundial es abundante desde el comienzo mismo de la segunda posguerra, ya que ha sido, y es, un tema de gran interés y preocupación si recordamos los momentos álgidos de la Guerra Fría y otros sucesos bélicos posteriores y
calientes (Yugoslavia, Irak o Afganistán). Los expertos en geopolítica y seguridad global han dedicado —con dudosa fortuna— numerosos estudios, análisis y publicaciones a explorar diferentes entornos, riesgos y desafíos que podrían originar una contienda a nivel planetario.
La guerra en Ucrania es un enfrentamiento regional que ha generado tensiones entre Rusia y Occidente con el Armagedón de fondo según el falso profeta Joe Biden. Hubo desde el principio declaraciones dramáticas y excesos de propaganda. La coyuntura tiene implicaciones geoestratégicas importantes y afecta inevitablemente a las relaciones internacionales. Es esencial seguir monitoreando las circunstancias y buscar una vía pacífica para impedir que la colisión en Ucrania se convierta en el desencadenante de una problemática de mayor envergadura.
¿Por qué Occidente apoya a Ucrania en el conflicto entre Rusia y Ucrania?
Russian Gazette decía: “Si profundizamos, comprenderemos que además de continuar extrayendo tierras y empresas lucrativas de Ucrania, Occidente también está probando sus propias tecnologías avanzadas en zonas de operaciones militares especiales”. Los medios rusos dijeron que los occidentales comprenden que cualquier equipo de acero perdido en batalla puede eventualmente reconstruirse y que el costo de adquirir nuevas habilidades de combate es muy elevado. Con este fin, Estados Unidos está probando la constelación secreta de satélites
Star Shield en Ucrania...
«Piense en dos líneas de tendencia importantes en el mundo actual. Una es la creciente ambición y el activismo de las dos grandes potencias revisionistas, Rusia y China. La otra es la disminución de la confianza, la capacidad y la voluntad del mundo
democrático, y especialmente de los Estados Unidos, de mantener la posición dominante que ha mantenido en el sistema internacional desde 1945. Esta segunda línea coincide con el deseo y la idoneidad cada vez mayores de las potencias revisionistas de cambiar el sistema, y llegaremos al momento en que el orden existente colapse y el mundo probablemente descienda a una fase de anarquía brutal, como lo ha hecho tres veces en los últimos dos siglos. El costo de ese descenso, en vidas y riquezas, en estabilidad y perspectivas de futuro, será asombroso [...] La historia muestra que el orden mundial colapsa y, cuando lo hace, suele ser de forma inesperada, rápida y violenta. El final del siglo XVIII fue el punto culminante de la Ilustración en Europa, antes de que el continente cayera repentinamente en el abismo de las guerras napoleónicas. En la primera década del siglo XX, las mentes más inteligentes del mundo predijeron el fin del conflicto entre las grandes potencias a medida que las revoluciones en las comunicaciones y el transporte unieran más a las economías y a las personas. La guerra más devastadora de la historia llegó cuatro años después. La aparente calma de la década de 1920 de la posguerra se convirtió en la década de 1930 plagada de crisis y luego en otra guerra mundial. Como siempre, es imposible saber dónde nos encontramos exactamente en este escenario clásico y qué tan cerca están las líneas de tendencia de ese punto de intersección». (Robert Kagan: ‘Retrocediendo hacia la Tercera Guerra Mundial’, 2017).
Ahora, concurre también la posibilidad de que las hostilidades entre Israel e Irán puedan desencadenar una guerra regional en el polvorín de Medio Oriente, y hay quienes consideran que esto pudiera llevar a una conflagración mundial. Ambos países tienen intereses y aliados en la región que podrían involucrarse, pero se espera que la comunidad internacional trabaje para prevenir un escenario irreversible. Sin embargo, dada la volatilidad de la situación en la zona, siempre habrá un riesgo de que los enfrentamientos puedan salirse de control y terminar en una disputa más amplia.
Irán e Israel han estado envueltos en una
guerra en la sombra durante décadas. En ausencia de una confrontación militar directa, la rivalidad se ha caracterizado por el uso de instrumentos como intermediarios, ciberataques, sanciones económicas y una retórica acalorada. Sin embargo, los incidentes ocurridos en Oriente Próximo durante las últimas semanas han cambiado la naturaleza de la discordancia, y las incompatibilidades entre Israel e Irán se han convertido en una guerra abierta.
Por primera vez en la historia, Irán atacó directamente a Israel el pasado domingo 14 lanzando una ofensiva sin precedentes con aviones no tripulados (drones) y misiles, tanto de crucero como balísticos,
contra territorio israelí, después de prometer represalias por un ataque de Israel el 1 de abril a su consulado en la capital siria, Damasco, en el que murieron siete miembros de la Guardia Revolucionaria de Irán, incluidos dos comandantes y un subcomandante de los CGRI (Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica). Israel nunca se atribuyó esa agresión, pero se cree que estuvo detrás del bombardeo.
Las autoridades israelíes aseguran haber interceptado el 99% de los drones y misiles lanzados por Irán. Así, elogian el acierto de sus sistemas de defensa ante la acometida del gobierno iraní. Las fuerzas estadounidenses y británicas —
guardianes de la paz en aquellos territorios— ayudaron a derribar drones iraníes sobre los espacios aéreos de Jordania, Siria e Irak. Varios misiles balísticos alcanzaron territorio israelí, causando daños menores en una base aérea. La mayoría de los drones y misiles disparados por Teherán contra Israel —un 99%— fueron interceptados por los sistemas de defensa israelíes y, cómo no, estadounidenses. No obstante, Irán dice que su ofensiva fue exitosa. ¿Qué efectividad cabe atribuir a los armamentos militares de Irán? Irán demostró que, si quería utilizar su poder militar, era capaz de superar los sistemas de defensa de Israel sin movilizar a sus aliados regionales; pero es evidente que no tuvo éxito, por lo que entra en juego la teoría de que Irán sólo pretendía mostrar su poder, no ejercerlo.
Irán dijo en la jornada del 17 de abril, fecha del desfile militar del Día del Ejército, que éste estaba listo para responder a cualquier ataque de Israel y que la Fuerza Aérea iraní se encontraba preparada para entrar en acción. Según informes oficiales, el presidente iraní, Ebrahim Raisi, hizo la siguiente afirmación: “Todo ataque del régimen sionista de Israel a nuestro territorio será respondido con severidad”.
El comandante de la Fuerza Aérea iraní advirtió en el desfile militar que la aviación de su país está en “óptima disposición para el combate” y para oponerse a cualquier ataque israelí. “Estamos completamente coordinados en todas las áreas, incluidos nuestros bombarderos, para cualquier operación”.
Según los informes, atacar directamente las bases del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán o sus instalaciones de investigación nuclear es una de las opciones de contraataque de Israel. Por su parte, el comandante de la Armada iraní declaró que ésta se halla escoltando a los buques mercantes iraníes que se dirigen al Mar Rojo y que Teherán estaba aprestado para escoltar barcos de otros países.
En la madrugada del viernes 19, el ejército israelí ha llevado a cabo ataques con misiles contra Irán. Los ataques parecen ser la respuesta que Israel prometió llevar a cabo después de la ofensiva iraní el domingo. La mayoría de las andanadas de Irán fueron interceptadas o causaron pocos daños. El alcance de los ataques de Israel y las armas utilizadas no estaban claros. La Agencia Internacional de Energía Atómica ha confirmado en las redes sociales que no hay daños en las instalaciones nucleares de Irán. Las defensas aéreas iraníes derribaron tres pequeños drones sobre la ciudad central de Isfahán, según revelaron fuentes estatales. Dorsa Jabbari, de
Al Jazeera, informando desde Teherán, dijo que los medios iraníes estaban restando importancia al episodio. “La ubicación en la provincia de Isfahán es una base aérea militar iraní que pertenece al ejército del país, y no a la Guardia Revolucionaria. Creo que es importante resaltar eso”, dijo. “Esta base alberga múltiples escuadrones de aviones de combate
F-14 Tomcat”. En cualquier caso, estos datos de última hora no alejan la preocupación por un incremento de las tensiones en la región.
¿Habrá una tercera Guerra Mundial? Evidentemente, no, puesto que se trata de un fantasma muy socorrido que conviene seguir manteniendo en el armario para futuras ocasiones, ya que, por mucho que se reitere su utilización, y aun de manera parcial, continúa causando el efecto deseado.
«Los socialistas han condenado siempre las guerras entre los pueblos como algo bárbaro y feroz. Pero nuestra actitud ante la guerra es distinta, por principio, de la que asumen los pacifistas burgueses (partidarios y propagandistas de la paz) y los anarquistas. Nos distinguimos de los primeros en que comprendemos el lazo inevitable que une las guerras con la lucha de clases en el interior del país, y en que comprendemos que no se pueden suprimir las guerras sin suprimir antes las clases y sin instaurar el socialismo; también en que reconocemos plenamente la legitimidad, el carácter progresista y la necesidad de las guerras civiles, es decir, de las guerras de la clase oprimida contra la clase opresora, de los esclavos contra los esclavistas, de los campesinos siervos contra los terratenientes y de los obreros asalariados contra la burguesía. Nosotros, los marxistas, diferimos tanto de los pacifistas como de los anarquistas en que reconocemos la necesidad de estudiar históricamente (desde el punto de vista del materialismo dialéctico de Marx) cada guerra en particular. La historia ha conocido muchas guerras que, pese a los horrores, las ferocidades, las calamidades y los sufrimientos que toda guerra acarrea inevitablemente, fueron progresistas, es decir, útiles para el progreso de la humanidad, contribuyendo a destruir instituciones particularmente nocivas y reaccionarias (como, por ejemplo, la autocracia o la servidumbre), y las formas más bárbaras del despotismo en Europa (la turca y la rusa)». (V. I. Lenin:
El socialismo y la guerra. La actitud del P. O. S. D. R. ante la guerra, 1915).