El sexo de los libros

Gilles Deleuze: Sociedades de Control

  • Gilles Deleuze
Por suerte o por desgracia Gilles Deleuze nació en París en 1925. Estudió Filosofía en La Sorbona entre 1944 y 1948. Se doctoró. Fue un excelente profesor universitario. Discípulo de grandes maestros: Alquié, Canguilhem, Gandillac, Jean Hippolyte. Estudió con ahínco a Kant, Spinoza, Nietzsche y Bergson. Salió a la palestra en los años sesenta. Eso fue lo que le tocó por edad, por el tiempo y la prefiguración de la muerte que espera en la próxima esquina. Deleuze aprendió mucho sobre el tema de la alienación futura gracias a Gilbert Simondon (1924-1989): aprendió cosas sobre el "realismo de las relaciones" y la ontología genética de los regímenes de individuación física, vital y transindividual. Deleuze confesaría su deuda con Simondon cuando escribió su Logique du Sens (Lógica del Sentido) en 1969.


En 1969 Deleuze conoce al psicoanalista Félix Guattari (1930-1992), el cual había sido psicoanalizado por ese mago inverosímil que fue Jacques Lacan (1901-1981). Todos sabemos esa dudosa verdad que enunció Lacan: "el inconsciente está estructurado como un lenguaje". Deleuze y Guattari colaboraron durante bastantes años y publicaron dos obras fundamentales sobre los vínculos entre el sistema capitalista y la locura: Capitalismo y Esquizofrenia: El Anti-Edipo (1972) y Capitalismo y Esquizofrenia: Mil Mesetas (1980). Empezaba así un viaje a las fuentes de la demencia inducida por el poder.

Las sociedades de control -nos enseñó Deleuze- sustituyen a las sociedades disciplinarias, las cuales, a su vez, habían sustituido a las sociedades de soberanía. Deleuze dedicó a este proceso mucho tiempo de reflexión. La sociedad de control desplaza a la sociedad parlamentaria: separación de poderes, elección por sufragio universal de representantes de los ciudadanos, etc. Pero las oligarquías dirigentes necesitan nuevos mecanismos para conservar y reforzar su dominio; y esas oligarquías han decidido destruir el asamblearismo de los parlamentos para, de forma paulatina, alejar completamente al ciudadano del poder. Se crean entonces instituciones supranacionales vacías de contenido democrático: ONU, FMI (Fondo Monetario Internacional), BM (Banco Mundial), UE (Unión Europea), OMC (Organización Mundial del Comercio). El dogma de la libertad de mercado lleva a la globalización, de la que ya apenas se habla porque ha sido universalmente asimilada como un imperativo histórico irreversible; y hasta comienza a verse como algo natural.

El autoritarismo se recrudece bajo múltiples disfraces. Se desmantela el Estado del Bienestar. Se liquidan las conquistas sociales. Se machaca la libertad de expresión. El exceso indiscriminado de información se traduce en caótica desinformación, pero también en un encubierto adoctrinamiento de masas. Surge la industria del miedo: se bloquea a la ciudadanía mediante una infinidad de procedimientos: enfermedades (artificialmente fabricadas, inventadas); catástrofes naturales (previstas, pero permitidas; otras conscientemente provocadas); legalismo asfixiante y en permanente mutación; el veneno de la delación contra el prójimo; la fragmentación social; la desmovilización-desideologización; el hedonismo embrutecedor; la disolución de la auténtica cultura en la ciénaga de las subculturas; el empleo precario para salvarse como sea; la perversión del lenguaje; el consumismo como esclavitud o los ordenadores que nos vigilan y nos venden al enemigo.

"El marketing es ahora el instrumento del control social, y forma la raza impúdica de nuestros amos. El control es a corto plazo y de rotación rápida, pero también continuo e ilimitado, mientras que la disciplina era de larga duración, infinita y discontinua. El hombre ya no es el hombre encerrado, sino el hombre endeudado. Es cierto que el capitalismo ha guardado como constante la extrema miseria de tres cuartas partes de la humanidad: demasiado pobres para la deuda, demasiado numerosos para el encierro: el control no sólo tendrá que enfrentarse con la disipación de las fronteras, sino también con las explosiones de villas-miseria y guetos" (G. Deleuze: Postdata sobre las Sociedades de Control, 1990).

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