“Daño colateral”, tenemos que remontarnos al siglo pasado para encontrar el origen de este eufemismo, utilizado para enmascarar un error de cálculo “asumible”. Bajo su amparo, se acuñaron expresiones como “el fuego amigo” o “error de cálculo”.
Las consecuencias de estos daños colaterales varían según el objetivo marcado. Tenemos en la memoria consecuencias trágicas acumuladas en conflictos bélicos, consecuencias notorias que incluso se llegaron a debatir en ámbitos judiciales. Un ámbito que al parecer no es merecedor de otras acciones con consecuencias directas sobre nuestra sociedad.
El conflicto aparece cuando la capacidad de “asumir” de cada una de las partes intervinientes en estos errores de cálculo es diferente. Y esa diferencia es abismal entre la sociedad y la clase política, que estos días, sin pudor alguno, es capaz de posicionarse de un lado u otro en función de sus intereses personales.
No crean que tenemos que irnos muy lejos para evidenciar ese grado de tragaderas de nuestros políticos, sin ir más lejos, hoy quiero llamar la atención sobre la Plaza Peral y su entorno más cercano.
Anda nuestro alcalde en plena carrera por presidir su partido a nivel provincial, carrera que le otorgaría la capacidad de designar destinos a su antojo y que le proporcionaría su ansiada meta: Madrid. No muy lejos, con sus preocupaciones, anda su socio de gobierno, asustado por los últimos movimientos en el seno de su partido y ocupado en plantar cara al ninguneo al que su socio de gobierno le somete en privado y en público.
Cabe preguntarse si estos objetivos de ambos justifican el daño colateral que sufre estos días la empresa municipal El Puerto Global. A fecha de redactar este artículo, sus trabajadores siguen sin percibir su salario, a expensas de una decisión política que asuma con valentía el error de cálculo cometido por el pago del salario de tramitación -ese sí que lo han pagado- del gerente. Y digo bien, error de cálculo en las dimensiones de las consecuencias de readmitir a Serrano y claudicar en todas sus exigencias… pero ya se sabe, Madrid bien vale una Misa.
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