Estarán ustedes de acuerdo conmigo en que esta pandemia está poniendo en jaque nuestra capacidad de asimilar tanta información con la que a diario nos bombardean desde lugares tan dispares como alejados ideológicamente entre sí. ¿Quién no ha oído una recomendación y la contraria en un mismo día? Que levante la mano quien no haya oído un balance de cifras por parte de una administración y otro totalmente diferente de la contraria.
Existen verdades casi -y déjenme que subraye lo del “casi”- absolutas. Ya saben: lo de la mascarilla y el distanciamiento social, al que yo prefiero denominar “distanciamiento físico”, pues el mostrarnos en sociedad va en nuestro ADN. Pero incluso esas verdades casi absolutas tienen sus detractores, detractores que mantienen una postura, en mi opinión y en la del mundo científico, equivocada.
Y es que de todo se puede obtener una segunda opinión. Déjenme que le proponga un pequeño ejercicio: pregunten en su entorno, en su burbuja -y así nos adaptamos a los términos empleados en tiempos de pandemia-, si están de acuerdo en que nuestro consistorio haya aumentado el presupuesto para luces de Navidad en un 43% con respecto al año pasado. Habrá opiniones para todos los gustos.
A priori, aumentar un alumbrado navideño cuando el comercio y la hostelería echan el cierre a las seis de la tarde, hora en la que el sol aún se deja ver -en la lejanía, pero se deja ver-, pues como que resulta algo contradictorio. Me inquieta saber si el alumbrado navideño lucirá en todo su esplendor para el deleite de los portuenses o para iluminar calles vacías.
A la hora de escribir este artículo, no conozco si las restricciones horarias se mantendrán para el comercio y la hostelería o si nos seguirán limitando nuestros desplazamientos geográfica y temporalmente durante la Navidad, por lo pronto se ha anunciado su prórroga hasta el día 12. Y es que este sistema de legislación in extremis resulta bastante molesto. Nuestros dirigentes nos están empujando a actuar siempre en los últimos instantes, al unísono que se dictan las nuevas medidas y sin advertencia previa. Nos remiten a los boletines oficiales como lecturas recomendadas, boletines de los que antes apenas teníamos conocimiento.
Ahondando aún más en la incertidumbre, incertidumbre que no ilumina ni unas mejoradas luces de Navidad.
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