Alejandro Merello
Permítanme que esta semana comience desde una perspectiva positiva, no en vano y según todos los manuales de autoayuda, acometer las actividades cotidianas desde una visión más focalizada en el éxito propicia su consecución. Además, llega el verano político. Es el momento de sacar pecho y que ese alarde de gestión suponga reactivar, al menos a nivel local, la actividad turística de nuestra ciudad. Vuelven los eventos al Puerto, vuelve la actividad veraniega que durante tantos años nos colocó en el mapa nacional.
Hay que reconocer lo bien hecho, la actividad económica se reactiva y ese es el primer paso para afrontar las consecuencias de estos meses de inactividad. Este retorno de la actividad choca frontalmente con la cobardía y el egoísmo de una pieza clave en nuestro desarrollo: el dinero. “Poderoso caballero es don Dinero”, ya lo decía Quevedo, que más puede el dinero en tiempos de paz que las armas en tiempos de guerra.
Y si bien se hace fuerte en tiempos de bonanza, no duda en atar el petate y tomar las de Villadiego en la busca de mejores horizontes en los cuales invertir. Verán, lo del “resistiré”, lo de “de esta saldremos más fuertes” y demás consignas que nos han hecho adquirir una falsa sensación de unidad quedan a un lado en este tan esperado retorno ¿Recuerdan aquella campaña publicitaria en las que nos invitaba a “desaprender”? Sí, además la protagonizaba un banco… suena irónico, ¿verdad? Pues parece que algunos de nuestros dirigentes se lo tomaron al pie de la letra.
Esta etapa de confinamiento nos ha debido de enseñar, no empujarnos a desaprender. Pero nos olvidamos que estamos en manos de un gobierno que defiende que “los hijos no pertenecen a los padres”, de un ministro de Consumo que considera que el turismo español es de “bajo valor añadido” y de señoras que prefieren llegar a su casa “solas y borrachas”.
La gestión de este retorno de la actividad económica es una pieza clave para evitar la caída en picado de nuestra capacidad de producción. Debimos aprender que hay que estar preparado frente a un nuevo rebrote, que hay que consolidar la estructura económica del país. Y no se trata sólo de tener más plazas de hospital, sanitarios o respiradores -que también-, si no de tener al frente de su gestión a los más preparados para ello.
Y mientras tanto, el dinero que va y viene, que asoma, pero se esconde, temeroso que los de arriba se quieran apropiar de su libertad. Si ya nos lo advertía el señor Quevedo, que el dinero nos hará perder la cabeza a todos… incluso a él, como se despiste como Cervantes, bajo pena colonizador, explotador y bastardo hijo del fascismo ¡Ay, Dios mío! Si esto nos pasa por estar en manos de políticos de bajo valor y en manos de la embriaguez de la incultura.
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