El confinamiento de la Fe

Publicado: 27/03/2020
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Viva El Puerto

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Convertir esta cuarentena en una Cuaresma llena de oración, reflexión y realizar un ejercicio real de conversión de nuestro corazones
Nunca pude imaginar que una etapa tan preciosa y enriquecedora como la que he vivido estos últimos tres meses tuviera un final tan inesperado. No me cansaré nunca de dar las gracias a todas las hermandades de penitencia y de gloria, a las agrupaciones parroquiales y al grupo de oración de Nuestro Padre Jesús de la Salud en su tres caídas, curiosamente y cosas del destino, fue la última visita que realicé.

Salud, para mi pueblo Señor, salud para todos fue mi oración interna. Ahora mismo no podría hacer esas visitas con la misma cercanía y complicidad, con la cantidad de besos y abrazos que recibí y que repartí, pero estoy seguro que el cariño que me dispensaron y que dispensé sería el mismo.

Nosotros, los cristianos, nosotros, los cofrades, tenemos que hacer valer más si cabe nuestra condición en esta situación, dar la vuelta como un calcetín a este aislamiento humano, y convertir esta cuarentena en una Cuaresma llena de oración, reflexión y realizar un ejercicio real de conversión de nuestro corazones, preparación esencial para la Resurrección del Señor.

Sin que la fragancia de azahar pueda inundar nuestros pulmones, sin que el incienso le gane la batalla al levante, sin el ensayo nocturno, sin la tertulia de mayores hablando de sus calles llenas de gente… Como un flagelo sin cuerdas, como un domingo de ramos sin palmas, como un afligido sin cirineo, como un cautivo sin horquilla, como la misericordia sin piedad, como una oración sin cáliz,  como un Barrabás sin desconsuelo, como una cruz sin Gólgota, como un palio sin consuelo ni lágrimas, como un entierro sin soledad…. como una Resurrección sin Pasión… así es esta Cuaresma para mucho de nosotros.

Pero no es en vano compañeros, esta cuaresma histórica no es para dejarla en olvido, hemos arriado el paso con una intención más que justa. Dar tranquilidad a todas esas abuelas que plancharon raso de todos los colores, a esos abuelos que nos llevaron a la capilla por primera vez, a esas madres que quitaron tanta cera con papel de estraza, a esos padres que nos pagaron la primera papeleta de sitio.

Y yo sin ellos, no quiero ver mis cofradías en las calles, yo sin ellos no tengo nada que pregonar, que yo sin ellos no recuerdo los pilares de mi fe, así que para que ellos estén tranquilos, pongo mi fe en confinamiento.

Francisco J. Figuereo, pregonero de la Semana Santa de El Puerto 2020.

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