En román paladino

Apretad

No parece que el papel de los gobiernos sea alentar a los que protestan

Publicado: 20/02/2020 ·
10:01
· Actualizado: 20/02/2020 · 10:01
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Autor

Rafael Román

Rafael Román es profesor universitario, miembro del PSOE, exconsejero de Cultura y expresidente de la Diputación de Cádiz

En román paladino

El autor aborda en su espacio todos los aspectos de la actualidad política tanto de España, Andalucía y la provincia de Cádiz.

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Llamó la atención  que Quim Torra  dijera a un grupo de manifestantes en la Plaza de San Jaume el famoso “apretad, apretad”  para animarlos a continuar las presiones en la calle con  medidas  más contundentes. No pareció entonces  que esa debiese ser la actitud de un dirigente político. Menos la de atizar el fuego contra el Estado, del que el que hablaba es el representante en dicho territorio. Ése es otro cantar. Lo ha imitado  ahora  Pablo Iglesias,  a la luz  de lo manifestado por algunos representantes del campo -en protesta ya durante casi un mes-, a los que ha invitado a seguir apretando.  También lo ha repetido la sensata ministra de Trabajo Yolanda Díaz. No parece que el papel de los gobiernos sea ni alentar ni jalear a los que protestan sino arreglarles sus problemas con soluciones viables y aceptables lo antes posible que esté en sus manos. 

El presidente Macron ha conocido el mundo de las revueltas bien de cerca este último año. Está en horas bajas, tras las revueltas interminables de los chalecos amarillos, de las huelgas más largas de Francia por la reforma de las pensiones y  hasta por las consecuencias del escándalo de las grabaciones sexuales de su candidato a la alcaldía de París, que le ha costado la dimisión, pero a Macron no se le ha oído  animar a los que protestaban. Por el contrario ha empleado como respuesta actuaciones policiales  muy duras,  al tiempo que proponía en el parlamento y en la vida social debates para tratar de   imponer sus puntos de vista sobre el estado de malestar de  Francia.

Ha demostrado que un político no está fuera de juego hasta que no está muerto. Unas elecciones municipales que se le presentan muy cuesta arriba  le han llevado a plantear   propuestas para frenar  el avance del radicalismo islamista,  sobre todo en los barrios más deprimidos: “En la República no se puede jamás aceptar que las leyes de una religión sean superiores a las leyes de la República.  Es así de simple”  -y ha continuado - “El separatismo islamista es nuestro enemigo. El separatismo es incompatible con la libertad y la igualdad, es incompatible con la indivisibilidad de la República y la necesaria unidad de la nación”. Ha sido su  particular “apretad”. Ha levantado una bandera por los votos de los  que sientan amenazada la identidad francesa.

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