La tribuna de El Puerto

Por los pelos...

Y si me preguntan, les diré que pocos más allá de Fernando Durán acercaban Radio Puerto a estos objetivos

Publicado: 24/01/2020 ·
11:12
· Actualizado: 24/01/2020 · 11:14
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Alejandro Merello

Aún en pleno tiempo de descuento de las celebraciones navideñas, todavía en plena lucha por convertir en negativo los grados que ponen cuesta arriba el mes de enero, se nos echa encima el carnaval. Ya les decía yo: llámame tonto, pero dame pan. Y me da a mí que, en este mandato, nos vamos a hartar de pan.

El Dios Momo nos arranca unas semanas a los cuarenta días que la tradición católica marca para el fin de la Navidad, al hacer coincidir el final de estas celebraciones con la Candelaria.

¿Sabían que el Vaticano celebra la Navidad hasta esa fecha? Sea como sea, el Momo este se nos antoja un poco más “juguetón” de lo habitual este año. Ya de entrada, si me permiten el símil futbolístico, le niega el peto de titular a su habitual cronista aquí en nuestra ciudad.  

En una ocasión me preguntaron qué debía tener la radio municipal para hacerla más atractiva a potenciales anunciantes. No se crean que, siendo una pregunta compleja, tenía fácil respuesta: simplemente, hacerla interesante para los oyentes. Complicada simpleza, no les voy a mentir.

Una radio municipal debe competir con grandes emisoras de emisión nacional. Con grandes locutores al frente, con estructuras sólidas sostenidas por anunciantes con fines, eso sí, particulares, pero dispuestos a pagar por alcanzarlos. Y si me preguntan, les diré que pocos más allá de Fernando Durán acercaban Radio Puerto a estos objetivos. Fernando dotaba a la emisora local de ese argumento que la podía hacer interesante a sus oyentes.

De ahí, que siempre consideré que Fernando era un valor a conservar, incluso un valor al que dotar de más alas, “que seguro que sabrá aprovecharlas”. Pero el dios Memo, perdón, Momo, no ve más allá de su máscara.

Se parapeta tras ella, para confundir objetivos y siempre corta el hilo por el lado más fácil, pues para zurcir y no cortar hay que saber, y me da a mí que este dios Memo, perdón… Momo, no sabe.

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