Todo lo que está sucediendo en los últimos días en torno a la cumbre del clima no tiene que ver solo con el cambio climático, ni tampoco – por mucho que a tantos les cueste creerlo – con una operación para alcanzar el objetivo de salvar el planeta. Todo lo que rodea a estas cumbres sobre el clima tiene que ver más bien con el poder, porque si solo se tratara de convencer a todos de la necesidad de salvar el planeta no sería necesario alcanzar las cotas de manipulación a las que se están llegando, no creo que a estas alturas de la película alguien dude de que ya han conseguido convencernos.
Entonces ¿Por qué tal despliegue de medios? La respuesta que les darán es que a pesar de todo aún hay quienes no están de acuerdo en seguir políticas para evitar el cambio climático y hay que convencerles. Aunque todos los que lo dicen saben que por mucho que se intente no lo lograran y decir esto no es ser fatalista sino realista.
Pero lo más absurdo es que se sigue predicando entre los que ya están convencidos, tanto de que la humanidad es responsable del cambio climático como de que podremos frenarlo. ¿A que les recuerda esto? Yo se los diré: es cómo actúan las religiones institucionalizadas, que refuerzan la creencia del que ya tiene fe para obtener el poder que pueda emanar de su apoyo,
Aunque los que predican sepan que por mucho proselitismo que se haga entre quienes no comulgan con sus creencias estos continuarán sin convertirse, al menos voluntariamente.
Pero para comprender una confrontación no basta con saber quién tiene la razón, eso sería absurdo, hay que conocer los motivos de los otros y refutarlos.
De la lista de quienes están en contra de poner en marcha políticas para frenar el cambio climático yo quitaría a los que lo niegan, pero dejaría a los que opinan que el hombre no es su principal impulsor.
Entre estos hay bastantes científicos para los cuales el clima global sigue su curso y nosotros influimos en él más bien poco, algo que solo puede rebatirse con pruebas de lo contrario y estas por desgracia no siempre son tan concluyentes como se pretende.
Aunque los principales opositores a las políticas contra el cambio climático son algunos países a los que acusan de proteger egoístamente sus intereses para crecer.
Pero quienes lo hacen – los países que más impulsan esas políticas – olvidan que durante siglos ellos se enriquecieron a costa de los otros, gracias a lo cual ahora (no antes) pueden aplicar tecnologías que permiten acceder a modos más limpios de seguir creciendo y con las cuales podrán abrir nuevos mercados interiores y exteriores.
Así pues, la obtención del poder necesario para hacer todo esto es el interés que mueve en gran medida las cumbres políticas del cambio climático, no solo el altruismo por salvar el planeta. Continuaré tratando sobre los costes que supondrá todo esto.
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