Alejandro Merello
No les da pereza?, ¿cuántas elecciones llevamos en estos últimos cuatro años? Yo, francamente, he perdido la cuenta. Nuestro rey, Felipe VI, en cinco años ha enfrentado ya casi tantas convocatorias electorales como su padre en cuarenta. Y en esta “fiesta de la democracia” a algunos nos toca hacer de barman ¡Qué si, qué sí!, de barman. Si no, a ver como se explica que a mí me haya tocado en siete ocasiones formar parte de una mesa electoral ¡Fíjense que hasta me tocó cuando residía en Madrid! Y anda que no hay gente en Madrid…
En esto de las convocatorias electorales hay mucho por detrás que no vemos. Nos hacen creer que la maquinaria de los partidos se pone en marcha y nada más lejos de la realidad. Vivimos en una continua campaña y esto nos hace a algunos llegar gripados a las urnas. Este viernes comienza oficialmente una nueva campaña. Bueno, lo de “nueva” por decir algo. Mejor, dejémoslo en “otra” campaña.
Otra vez tratarán de presentarnos un país al borde de la quiebra, para acto seguido mostrarnos, por el simple diezmo del voto, la solución mágica.Se olvidarán, en ocasiones, de lo políticamente correcto. Pero no se crean, no por lealtad a unos ideales, sino por ajustar el discurso a las oscilaciones del electorado. Como hordas alienígenas, esconderán el resto de la flota de asalto ocultas tras sus intenciones.
Al igual que la luna, que acompasa su movimiento de rotación con el de traslación alrededor de la Tierra para ofrecernos siempre la misma cara, nuestros políticos tratarán de mostrarnos su mejor perfil en campaña. Pero uno es lo que es y mantener siempre una misma cara impostada es una cualidad que a nuestro satélite amigo le costará poco, pero a los humanos les aseguro que, tarde o temprano, se nos ve la oculta. Así que a agudizar los sentidos y buscar la oferta con menos caras ocultas, que para eso, para eso ya tenemos a la Luna.
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