La tribuna de El Puerto

A su bola

No acierto a ver el símil… un grupo de pelotas -perdón, bolas- persiguiendo a otra, que siendo más pequeña dirige a las demás

Publicado: 04/10/2019 ·
10:50
· Actualizado: 04/10/2019 · 10:50
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Alejandro Merello

El origen de la expresión “ir a su bola” no está nada claro, hay teorías de todo tipo. Lo que sí queda claro es su significado: actuar por iniciativa propia, haciendo oído sordo a cualquier consejo, indicación u orden establecido y con el objetivo único del beneficio propio.

¿Que no le queda claro? Déjenme que me explique recurriendo a la figura del ejemplo. Tiremos del aparcamiento de Pozos Dulces como complemento directo: el equipo de gobierno de De la Encina no consiguió acabar tan denostado parking. Pasábamos, por el empuje de las pancartas en 2015, de un proyecto múltiple financiado totalmente por fondos europeos a un singular –por aquello de la unidad: uno- aparcamiento. Aparcamiento que se ha engullido los fondos antes de mostrarnos si quiera la campanilla. Mal asunto con el que tendrá que lidiar Beardo, más si cabe, cuando se ha hartado de prometer que lo acabaría en pocos meses. Pasamos de fondos europeos a un inversor privado.

Es paradójico que por inacción de los de la pancarta, con De la Encina, Fernández y Oliva a la cabeza, acabemos entregando suelo público al temido socio privado. Pues bien, ¿qué hace Beardo? Pues ir a su bola. Apartar la mirada de Pozos Dulces y hacer su propio aparcamiento.

Que tampoco, pues ya vendía Moresco aquel enclave para un futuro aparcamiento. En cualquier caso, desviar así la prequegunta cuando alguien le pregunte por la entrada al Puerto. Que tampoco, pues ya vendía Moresco aquel enclave para un futuro aparcamiento. En cualquier caso, desviar así la prequegunta cuando alguien le pregunte por la entrada al Puerto. Pues ese no será “su parking”,  el suyo será otro pues ese no será “su parking”,  el suyo será otro.

Esto de la bola me recuerda algo ¡Ah, si!, al juego de la petanca. Entretenimiento al que antiguamente se condenaba a los jubilados en parques urbanos, que se basa en acercar lo máximo posible unas bolas metálicas a una bola pequeña de madera. No acierto a ver el símil… un grupo de pelotas -perdón, bolas- persiguiendo a otra, que siendo más pequeña dirige a las demás, eso si: caprichosamente, a su bola... No sé, ya caeré.

 

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