Alejandro Merello
Hace media hora salía yo de un cine de esos gigantescos, con sillones enormes, que abundan por aquí en la Comunidad de Madrid, que es donde hoy me encuentro.“Aladín” me ha tocado ver, recomendada para todos los públicos con ganas de olvidar el ruido y soportar alguna que otra “americanada”.
Dos horas viendo a un Will Smith ingeniándoselas para entretener y ahora me toca a mí ingeniármelas para ver qué les cuento... Y dirán ustedes: ”¿y qué va este a ingeniar hoy?”
Pues yo les cuento: llevamos dos semanas desérticas de información política a nivel local, donde se impone el “sin comentario”. No porque no se sepa o no se conteste, sino por miedo a que alguien se moleste y dé al traste con unas conversaciones que seguro se están dando a nuestra espalda.
A fecha de escribir estas líneas, no encuentro quien sea capaz de aventurar si el tripartito del centro derecha definitivamente se constituirá como una opción de gobierno o, si por el contrario, Ciudadanos provocará que un VOX ya cansado de ninguneos rompa la baraja. Ofertas seguro que tiene a izquierda y derecha, seguramente suculentas, ¡estarán los pobres bizcos, valorando a dónde mirar!
Y este silencio político que nos han “regalado” estos días los ha definido, a todos. Ese miedo denota la ansiedad, porque entiéndanme, aquí no sólo nos jugamos el futuro de nuestra ciudad, también están en juego unos sueldos. Francamente, el espectáculo es lamentable. Lo que vale en el norte, no vale en el sur y lo que vale en el este, ya veremos qué vale en el oeste.
Y las mismas razones para defender una postura, sirven para rechazar la misma en un punto equidistante. Si el fundamento de estas diferencias geográficas es el esfuerzo por completar un puzzle cuya foto final sea la mejor para todos, genial. Pero me temo que el objetivo único de todo es que el sillón alcanzado se vea complementado con una buena nómina.
Así que nos toca esperar, esperar a que lo que nos depare este sábado, pasados cuatro años, nos deje un buen sabor de boca. Como decía aquel de cuyo nombre no quiero ni acordarme: “buenas noches y buena suerte”.
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