La Taberna de los Sabios

Pese a todo, regresa la poesía

Los nubarrones de una próxima crisis amenazan con descargar chuzos de desempleo, dolor y ruina.

Publicado: 13/03/2019 ·
09:27
· Actualizado: 13/03/2019 · 09:27
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Autor

Manuel Pimentel

El autor del blog, Manuel Pimentel, es editor y escritor. Ex ministro de Trabajo y Asuntos Sociales

La Taberna de los Sabios

En tiempos de vértigo, los sabios de la taberna apuran su copa porque saben que pese a todo, merece la pena vivir

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Pese a todo, regresa la poesía. Tan increíble como cierto, tan hermoso como real. Y el milagro se produce cuando todo parecía confabular en su contra. El ruido y la furia ensordecen con su estruendo metálico el panorama político. Las elecciones más abiertas y enigmáticas zarandean voluntades y ánimos, mientras esgrimimos nuestras espadas para descabezar a los desalmados que no piensan como nosotros. Pero mientras tertulianos y políticos se despellejan, la vida continúa en nuestras calles y plazas. La primavera se abre impertinente en brotes y flores, y pronto explotará su epifanía colorida y sensual. La primavera llegará gozosa, pese a nuestras penas, cuitas y desasosiegos. No sabemos qué pasará: las encuestas no aciertan desde hace tiempo y la emoción cebará la participación electoral. Votaremos, como siempre, no a favor de quien nos gusta, sino en contra de quien odiamos, signo racial de nuestro iberismo irredento. Ya veremos quién gana, para seguir después insultándonos mientras pactamos contra nuestros enemigos. Y en medio de tanto vociferio, llegará el mayo esplendoroso a esta tierra de María Santísima, la de las viejas diosas de los ritos dionisiacos de gozo y placer.

Pese a todo, regresa la poesía. Los nubarrones de una próxima crisis amenazan con descargar chuzos de desempleo, dolor y ruina. El estado se endeuda sin que sepamos cómo demonios pagaremos las deudas que nos ahogan. Cada nuevo dato económico confirma la inquietante desaceleración y nos hipoteca con sus déficits y descuadres. Pero mientras la economía se enfría, las tardes caldean. Y la sangre, por aquello de la primavera, ya se altera.

Regresa la poesía. ¿Poesía? ¿Pero no murió hace siglos ya? ¿Quién se emociona con un poema encendido, quién llora la herida ácida de un verso azul? Pues, aunque a muchos le pueda parecer imposible y aunque usted mismo no lo crea, la gente joven regresa a la poesía. A la poesía callejera, a las rimas desangradas en la red, a los poemas esculpidos en Instagram, a los versos y suspiros en Twitter, jirones todos ellos digitales de la gran poesía de siempre, la que nunca morirá, la que siempre nos estremecerá con las golondrinas ausentes de sus amoríos imposibles. La poesía vuela con más fuerza que nunca en este siglo de silicio y coltán, que parecía condenado a oficiar su sepelio, pero que la ve renacer con el vigor insolente de la higuera de la vieja alberca. La poesía florece sobre los escombros de un mundo derrumbado y sus versos colorean el desánimo gris de los tiempos. Los jóvenes escriben y leen poesía como no lo hacían desde que Bécquer emocionara nuestra adolescencia, cuarenta años atrás.  Crisis económicas seculares, cambios climáticos, sequías y catástrofes, incertidumbres políticas, salarios de miseria, guerras comerciales, Brexits absurdos como belgas por soleares, desasosiegos y miedos, no han podido apagar la alegría temblorosa de la rima pronunciada por unos labios enamorados. Y hay esperanza porque los jóvenes abren sus corazones a la poesía que nunca se fue.

Pese a todo el dolor que nos lacera, pese al miedo que nos atenaza, pese a las incertidumbres que nos intimidan, la poesía renace de las cenizas del olvido. Y cuando todo parecía ir mal, se vuelve a leer poesía. La vida, pese a todo, merece la pena ser gozada hasta donde las fuerzas y las circunstancias lo permitan. De tanta oscuridad, los jóvenes hicieron luz con las brasas de sus poemas. Llega la primavera y regresa la poesía, quizás porque, como dijo nuestro poeta, mientras haya en el mundo primavera, ¡Habrá poesía!

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