Al otrora mejor partido político del país, el PSOE de Andalucía, le atropellaron en las pasadas elecciones autonómicas unos resultados que no atisbó ni en sus vaticinios más apocalípticos. Es cierto que el cambio no lo olió nadie y quien a toro pasado presuma de un pronóstico aproximado miente con desfachatez, pero de poco le valdrá en adelante a los socialistas relamerse las heridas y fustigarse por los factores foráneos y errores propios que le han causado su victoria más amarga.
La pérdida histórica del poder hegemónico que el PSOE andaluz ha renovado legislatura tras legislatura en democracia, para desesperación de la derecha andaluza, debe servirle para reinventarse sin renunciar a sus esencias y volver a ser el partido que mejor se ha parecido a la Andalucía autonómica. Para ello, debe abandonar de inmediato el luto y aprender a hacer oposición porque la verdad es que los primeros síntomas de control al Gobierno andaluz han sido francamente mejorables.
El caso más clamoroso es la falta de reflejos para impedir que Vox presida la comisión parlamentaria de Cultura y Memoria histórica, una Ley que quiere derogar. Los socialistas no solo no defendieron un territorio conquistado por ellos, sino que callaron durante días el resultado de este abominable reparto. Sólo cuando los medios lo contaron, el ex consejero de Cultura y senador Miguel Ángel Vázquez cuestionó esta presidencia, ante la incomparecencia de los portavoces socialistas. Esperamos que su propuesta ahora de permutar Fomento por Cultura y Memoria no llegue tarde.
En otras materias, el PSOE ha adolecido también de músculo en el control a los socios de gobierno y de investidura. ¿Por qué no cogieron un megáfono para amplificar los mensajes de los obispos andaluces y del Rey Felipe VI en defensa de los inmigrantes ante la petición bárbara de Vox de deportarlos y la respuesta tibia del presidente andaluz al limitarse a afirmar que las autonomías no tienen competencias al respecto?
También dejaron escapar el balón que les asistió en boca de gol el presidente de los empresarios andaluces, Javier González de Lara, cuando confesó su preocupación por los plazos anunciados para los presupuestos de la Junta y pidió al PP, Cs y Vox que abandonen el tacticismo e intenten aprobarlos antes de las municipales. Tampoco es que se pusieran la botas con la incoherencia de los populares de apoyar que se pague las viviendas a altos cargos que no sean de Sevilla cuando las demonizaron en la oposición.
El PSOE debe liderar estos mensajes si quiere recuperar a los abstencionistas que se quedaron en casa el 2-D. En definitiva, tiene que hacer oposición. Hasta ahora, ese papel lo han ejercido la prensa, la patronal, la Iglesia y la Corona.
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