No se conoce despropósito más grande en una gestión pública que el aparcamiento subterráneo de Pozos Dulces. Uno analiza la historia reciente de El Puerto y de ciudades del entorno y no es capaz de encontrar algo tan mal hecho. O lo que es peor, tan mal no hecho. Cuatro años, oigan, cuatro años y Pozos Dulces es un boquete más propio de una ciudad salida de la guerra que del centro de la Bahía de Cádiz.
El aparcamiento de Pozos Dulces, como el de Plaza de Toros, era un buen proyecto para la ciudad porque conseguía, con una sola actuación, solventar el problema de aparcamiento de quienes visitan el centro, adecentar una de las principales entradas de El Puerto y ganar para los ciudadanos uno de los enclaves más emblemáticos de un Puerto que nunca debió dar la espalda al Río. David de la Encina, entiendo más que para ganarse la amistad de sus socios que por convencimiento propio, prometió que los parkings no se iban a construir.
Y menuda la que formaron (como tantos otros asuntos. Se acuerdan de Apemsa ¿no?). Una vez llegado a la Alcaldía, el De la Encina antes opositor ahora alcalde tuvo dos opciones: cumplir su promesa de no hacer los parkings o, por el contrario, tirar hacia delante y llevarlos a cabo.
Optó por la peor de las fórmulas: hacer solo uno por el precio de dos. Yo no tengo conocimientos de ingeniería civil pero que en cuatro años una administración no sea capaz de hacer un aparcamiento subterráneo.
Menos mal que David de la Encina y sus socios de IU no son emperadores romanos y no tuvieron que hacer ni el Coliseo ni el teatro de Mérida. Y lo peor es que no ha habido aún una sola explicación convincente de por qué después de cuatro años aún no hay aparcamiento.
Por cierto, una obra que según su planteamiento inicial primero se iba a culminar la parte de arriba para luego ir haciendo el parking propiamente dicho de tal manera que la ciudad estuviera el menor tiempo posible afectada por las obras.
Nadie soportaría que los albañiles que van a hacer una obra en casa tarden cuatro años y aún no la tengan terminada. Y eso que de renegar del parking, el PSOE local pasó incluso a hacer propaganda atribuyéndose las ventajas de esta infraestructura.
El parking de Pozos Dulces es ya un homenaje a la desgana, un tributo a la mala gestión y un monumento de cómo convertir una infraestructura de impulso y evidente mejora en una carga y una losa que, no sabemos, cómo será capaz de recuperar El Puerto.
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