Más vale tarde que nunca. Al menos se va a enmendar una decisión que no terminó por convencer a nadie. La prohibición de que las autocaravanas no pudieran hacerlo en el parking de la Pasarela, se entendió como una maniobra poco clara para beneficiar no se sabe bien qué o a quién.
No se dijo abiertamente que las actuaciones que se venían haciendo por parte de algunos usuarios no era la más correcta. Para ello hay una normativa que regula el impacto medioambiental y para ello está la autoridad competente para sancionar o para avisar de los incumplimientos que de ello pudieran hacer.
Que es un aparcamiento y no un lugar habilitado para que los usuarios puedan pernoctar más de lo que toca, es evidente, de ahí que la decisión de marcha atrás de, primero, permitir que sí se pueda hacer y de, segundo, tener en mente la posibilidad de habilitar la zona para fomentar el turismo de caravana es positivo.
El Puerto no puede ni debe dejar pasar ninguna oportunidad para que el turismo, sea cual sea, se marche a otra población. El retractarse por parte de Impulsa El Puerto y de volver a la normalidad es un ejercicio tan acertado como de dudosa responsabilidad en sus actuaciones.
Plasmar y anunciar claramente cuáles eran sus motivos razonados y de ofertar una solución factible hubiese ahorrado una polémica que a nadie ha beneficiado en su desarrollo. Una manifestación, mucho menos. Vuelta a la normalidad.
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