Educar para el futuro

El juego de las opiniones: las verdades contrapuestas

Dr. Antonio Monclova Bohórquez

Publicado: 19/10/2018 ·
09:30
· Actualizado: 19/10/2018 · 09:30
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Autor

Antonio Monclova

Antonio Monclova es biólogo, doctor en prehistoria y paleontología, master en arqueología y patrimonio

Educar para el futuro

Análisis, crítica y reflexión sobre las necesidades pedagógicas de la sociedad para difundir el conocimiento y la cultura

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Existen infinidad de cosas que no son verdad y muchas más que siéndolo se contraponen entre ellas, pero cuando tenemos que elegir entre una de estas últimas verdades lo hacemos en función de la educación que hemos recibido y lo aprendido a lo largo de nuestra vida. Por ello debemos ser consecuentes y enseñar a elegir a quienes dependen de nuestra experiencia y consejo, ya seamos madres, padres, profesores, periodistas o representantes públicos.

A la hora de priorizar una verdad sobre otra en la toma de una decisión, además de nuestros intereses y del dictado de nuestra conciencia, influyen la lógica y la naturaleza del asunto en cuestión.

Por este motivo son muy complejas las consecuencias de las decisiones que se toman en relación a verdades contrapuestas en asuntos de justicia social. Así, por ejemplo, puede ser tan cierta la necesidad de invertir en asuntos sociales como lo es la del ahorro público, o también puede ser igual de cierta la necesidad de legislar para proteger a las mujeres de la violencia machista como la de que exista la presunción de inocencia ante la justicia.

En el primer caso la conciencia colectiva tiende a proteger al desfavorecido y en el segundo a proteger a las mujeres, mientras que la política, la economía y las leyes, además de tender a esos mismos fines, también pueden hacerlo hacia el ahorro público y el derecho a un juicio justo. En definitiva lo primordial en ambos casos es que no primen los intereses personales o grupales.

Actualmente proliferan los colectivos que para propagar sus ideas en las redes sociales y medios de comunicación manipulan y tergiversan el significado de determinadas verdades contrapuestas para que la sociedad prime aquellas que favorezcan sus intereses.

Lo más triste es que en demasiadas ocasiones los que perpetran estos atentados encubiertos contra la libertad personal solo están buscando beneficiarse de los nichos laborales y de prestigio que generan los espacios de actuación social creados como consecuencia de los nuevos comportamientos que la sociedad desarrolla para adecuarse a las verdades que haya elegido.

Estas actuaciones afectan a muchos usos y comportamientos tradicionalmente aceptados, que a pesar de no atentar a la convivencia ni ir contra la ética y la moral deben abandonarse, porque han sido desaprobados por la colectividad en favor de otros cuya validez ha logrado pasar los filtros establecidos por los presupuestos del buenismo y lo políticamente correcto.

Hacer cuentos con princesas empoderadas y príncipes obedientes o promover que los niños jueguen con muñecas son propuestas completamente válidas, pero no implican que sea necesario reescribir los cuentos tradicionales porque son producto del patriarcado o darle a un niño muñecas para jugar porque lo contrario es una educación sexista. Cuestión de opiniones.

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