La tribuna de El Puerto

¿Qué hacemos con Dalí?

Alejandro Merello

Publicado: 19/10/2018 ·
09:26
· Actualizado: 19/10/2018 · 09:28
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El pasado lunes, día 15 de octubre, hacía 40 años que mi padre falleció ¿Quién me diría a mí que el día de tal efeméride me encontraría dando entrada en el registro municipal a la solicitud de anulación de la orden que retiraba su nombre a la calle que la Comunidad de Vistahermosa, en póstumo homenaje, le otorgaba? Cierto es -y justo es reconocerlo- que nuestro alcalde me llamó al día siguiente para, en su nombre y en el de su compañero de gobierno: Antonio Fernández, trasladarme sus disculpas por el error cometido.

Disculpas que mi familia acepta de buen grado pues rectificar, como dice el refrán, es de sabios… y yo no he de dudar de su palabra. Verán, tras la polémica vivida estos días, creo que es menester recordar que la propia redacción de la Ley de Memoria Histórica enuncia que esta debe “emular el espíritu de restauración y concordia que reinó en la transición”, donde hermanos de diferentes posturas, con pasado en ambos lados, se abrazaban.

Y yo hoy les quiero contar un ejemplo de la evolución de ese espíritu. Durante más de cuarenta años en España vivimos bajo el régimen franquista. Cuarenta años en los que los españoles compartimos destino. Es cierto que hubo quien, por motivos políticos, no pudo hacerlo aquí pero más de cuarenta años en los que la administración del estado de la época siguió su curso, con sus trabajadores, con sus funcionarios y con sus contratos. Más de cuarenta años en los que tuvimos que vivir... Y no podemos borrar de esa época lo que bien se hizo y los que bien lo hicieron. En caso contrario yo me pregunto: ¿Hemos de olvidarnos de Juan Ramón Jiménez, de Severo Ochoa o De Vicente Aleixandre?

Todos ellos premios nóveles en la etapa franquista, a ver quién es el cateto que se los quita… ¿Qué hacemos con Dalí?¿Borramos todos los NODOs y a Heminway con ellos? Por cierto, ese NODO del Puerto que circula tanto por las redes sociales es obra de mi padre, aún guardo el borrador del guion en casa. ¿Qué hacemos entre otros con Conchita Velasco, Alfredo Landa, José Luis López Vázquez, Fernando Fernán Gómez, Pepe Isbert, Toni Leblanc, Manolo Gómez Bur, José María Íñigo o Chicho? ¿Los quemamos en la hoguera? Y ahora le pregunto a los “progres”, a los que sólo ven el calendario sin pararse en el capítulo de hechos: ¿Qué hacemos con Berlanga? ¿Retiramos su filmografía del panorama cinematográfico español? Claro, no.

No saben los progres que Berlanga que fue un gran colaborador de Juan Antonio Bardem, hermano y tío de una saga de millonarios odiadores, también recibió y aceptó el premio “Luis Fuster” otorgado por el Sindicato Universitario Falangista, que perteneció a la División Azul, por ejemplo ¿Y qué iba a hacer el hombre si era la época que le tocó vivir? Pues vivirla ¿Cuántas veces hemos escuchado en casa aquello de “a Fulanito, tu pariente, le tocó en la guerra tal bando y tuvo que enfrentarse a su hermano que estaba en el otro”? La lista sería interminable, miles de personas que hicieron de este país, un país grande a pesar de las circunstancias y el bando en el que sus antepasados lucharon. Perdonen que me haya ido un poco por las ramas aunque, dicho sea de paso, los árboles no se entienden sin ellas. Cómo les decía, permítanme que hoy les dé un ejemplo actual de concordia.

El otro día me llamaba un amigo a quien no nombraré pues tanto a él como a su familia me une amistad y respeto. Me trasladaba que a causa de la aplicación de la Ley de Memoria Histórica iban a incluir el nombre de su madre en el callejero municipal. Les puedo asegurar que el mismo sentimiento de alegría que yo albergaba por él y el recuerdo de su madre, compartía él por mi indignación ante la anunciada retirada del nombre de mi padre del nomenclátor municipal. Mi amigo me decía, no sin cierto sentimiento de impotencia, qué hubiera tenido que hacer si la calle que otorgaban a su madre hubiera sido la que retirarían al mío...

Dos familias, que se respetaban y en las que incluso cabía la admiración, ahora “caen” cada una a un bando porque les toca, empujadas por el odio de quien no quiere conocer la verdadera historia de nuestra ciudad.

Mi amigo y yo somos representantes actuales de ese espíritu de concordia a la que Zapatero aludía en la Ley de Memoria Histórica. Herederos del respeto mutuo de nuestros padres, víctimas de un revanchismo absurdo sin salida. Un respeto que una mala aplicación de la ley puede llegar a rasgar en dos bandos pero no, ya no estamos en el 36. No podemos volver a las dos Españas, no podemos volver a tergiversar la historia. Y sobre todo, no podemos hacer del odio nuestro motor impulsor.

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