En el pugilato que se traen las tres derechas en nuestro país no se puede calibrar hasta dónde están dispuestos a llegar. Es una competición desenfrenada hacia posiciones extremas, infrecuentes hasta ahora en la política española. Pretenden subirse a la ola derechista europea y mundial, criticando el populismo y el izquierdismo a lomos del derechismo populista que hasta ahora no ha tenido éxito en España. En el futuro –ya próximo – los ciudadanos dictarán su veredicto en las distintas convocatorias.
En ese clima, cada día la opinión pública va conociendo las sucesivas ocurrencias de esta subasta interminable. El motivo principal es ahora Cataluña. La situación catalana da para mucho. Pero no ha habido desde que gobierna Sánchez nueva declaración unilateral de independencia –como sucedió cuando gobernaba el PP- y el independentismo está dividido hasta el punto que el parlamento catalán ha rechazado la autodeterminación en una sonora votación, por no seguir Esquerra las directrices de Puigdemont y Torra. Pues bien ahora cada día se demanda un nuevo y duradero 155, pero si Casado dice que quitando Educación y Mossos a la autonomía, Rivera dice que detrayendo prisiones y TV3 y VOX quitando la autonomía para siempre. Entonces Casado pide la ilegalización de algunos partidos catalanes.
Parece como si lamentaran que ETA ya no esté en el tablero, que era la eterna cantinela y que nunca quedó fuera de la diatriba política. Así que si Zapatero se ve con Otegui algunos ven el cielo abierto y dicen que es porque Sánchez se lo ha ordenado y quedan a un punto de decir que ha debido ir para recibir instrucciones para organizar juntos la naciente “kaleborroka de Cataluña” y “que no se puede negociar con una pistola sobre la mesa”. ¿Añoranzas de ETA? ¿Deseos de que todo vaya a peor? ¿Creación de un clima de crispación institucional irrespirable?
Depende del sitio, depende de la ocasión. La campaña andaluza de Casado comenzó con la petición a los Estados Unidos de que la base de Rota se convierta en la sede de la VI flota americana, quitándosela a Nápoles –donde está instalada desde hace más de medio siglo-. Un alarde de hacer amigos, de diplomacia y de ridículo internacional.
The Diplomat publicó la estupefacción americana ante la propuesta. Lo menos que han manifestado es que era “poco realista”. De ocurrencia en ocurrencia hasta la desnudez absoluta.
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