La tribuna de El Puerto

El Máster del paraíso

Alejandro Merello

Publicado: 15/09/2018 ·
09:05
· Actualizado: 15/09/2018 · 09:07
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Viva El Puerto

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Llega el nuevo curso. De nuevo aparecen los nervios del tráfico a primeras horas de la mañana. Las papelerías llenas de padres desesperados a los que les falta un libro, una libreta o vete tú a saber qué que se le ha ocurrido al nuevo de Lengua Extranjera.

Cada uno a lo suyo y mirando de soslayo al padre de al lado, a ver si ya ha completado la tan temida lista del material escolar.Y así parece que anda ahora nuestra clase política: mirando de soslayo que títulos aporta el de enfrente, el de atrás y -¿por qué no? no se sorprendan- el de al lado que a ese, a ese, también hay que darle si “se escantilla”.

El “y tú más” llega a su máximo esplendor y ahora que hemos alcanzado la cima, a ver quién es el guapo que se baja el primero. Que si el master de la ministra dimisionaria, que si el de Casado, que si la tesis de Sánchez que si Cifuentes… Verán, el otro día tuve uno de esos momentos triunfales en los que a uno le parece escuchar fanfarrias a su paso y que en realidad no son sino episodios de este “valle de lágrimas” por los que más de uno nos hemos visto obligados a deambular por aquello de la, parece ahora, tan lejana crisis.

Como les iba diciendo, el otro día liquidé el último pago de un aplazamiento que la Seguridad Social me había concedido tres años atrás – ¿entienden ahora lo de las fanfarrias?-. Al salir tuve la mala fortuna de toparme a uno de esos salva patrias que lo más cerca que han estado de una acción heroica de la que dar ejemplo ha sido ver un capítulo de Doraemon. Cometí la imprudencia, fruto de mi… llamémosle alegría aunque bien podría ser alivio, trasladarle la buena nueva ante la que no pudo más que balbucear un “haber pagado en su día”.

Imagínense, las fanfarrias se tornaron cornetas y los tambores de la ira marcaron el ritmo de mi creciente latido cardiaco.

“¿¿Pero tú cuando has pagado una nómina, chaval??, ¿Pero tú sabes lo que es crear empleo?, ¿¡acaso has dejado de cobrar tú por pagar a alguien!?”… no, no esperaba respuesta. Mi conocido se quedó sin palabras,  mudo ante tanta acusación en forma de sarcasmo, al que dicho sea de paso, soy tan poco aficionado. Y ese es el problema de nuestra clase política o de gran parte de ella: carecen de experiencia profesional vital. Ahí fuera, en el mundo privado durarían dos días, no saben que es salir adelante por si solos. No tiene experiencia más allá de los propios partidos.

Y esperen, que a los “nuevos” también les acabará pasando si no ponemos impedimento, aunque puede que el “impedimento” comience por lo que estamos viviendo estos días. No quiero generalizar pero entiéndanlos, gran parte de la clase política no tiene con que rellenar un curriculum, de ahí la fiebre de la “titulitis”

¡Que con más de uno de esos me he topado yo, de aquí mismo, con más títulos que la Duquesa de Alba y menos chicha que el perro de un ciego! Y de esos polvos, estos lodos. De ahí que los malversadores de titulaciones las ofrecieran como Eva ofreció la manzana que acabó echándola a ella y a Adán del Paraíso. Ahora veremos cuantas evas y cuantos adanes acabarán expulsados del paraíso eterno en el que para muchos se estaba convirtiendo la política.

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