Con la mirada puesta en el tiempo, y con las lógicas preocupaciones que genera el no controlar los elementos más naturales como es la lluvia, la Semana Santa abre un periodo esperado y cofrade que muestra todo su esplendor en un momento que debe servir para el recogimiento y para el goce de los creyentes cristianos.
i la incertidumbre ni el nerviosismo, los que provoca la lluvia en los fieles, y la que empieza a ser motivo de hartazgo por un invierno complejo y destructivo.
Una mezcla de difícil combinación por lo beneficioso y necesario de la Semana Mayor, y por lo brutal que ha resultado la climatología. Y a pesar de esta lidia en los últimos tiempos, la Semana Santa portuense se prepara ya para sentir y vivir un momento de indudable importancia por lo que ofrece y por lo que augura.
Una ciudad cofrade que ha defendido su sitio y su respeto. Una Semana Mayor que genera emociones, pasiones y sufrimiento pero que también es un abanico de sensaciones incalificables que brotan del corazón de los que ponen todo su empeño durante todo un año para que en horas resurja el amor a una tradición.
Eso en el aspecto más litúrgico y religioso, en el ámbito estrictamente general, social y comercial, la ciudad aguarda una semana que debe servir para mostrar su mejor cara y su apuesta decidida de anticipo a un momento aprovechable para la llegada de visitantes.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es
