La Taberna de los Sabios

La fuerza del relato y el Tajo de las Figuras

Alguien, a través de miles años, lleva contándonos una historia que hoy no logramos entender

Publicado: 21/03/2018 ·
09:10
· Actualizado: 21/03/2018 · 09:10
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Autor

Manuel Pimentel

El autor del blog, Manuel Pimentel, es editor y escritor. Ex ministro de Trabajo y Asuntos Sociales

La Taberna de los Sabios

En tiempos de vértigo, los sabios de la taberna apuran su copa porque saben que pese a todo, merece la pena vivir

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Somos relato. Nuestra mente entiende el mundo a través del relato que lo configura. El relato nos crea, nos une, nos hace partícipes de una identidad, de una tradición y de una historia. Nos permite ubicar, entender y ser. Fuera del relato, sencillamente, no somos. Desde la más remota antigüedad, escuchamos extasiados las leyendas y los mitos que los juglares narraron al calor de las hogueras. Hoy, consumimos el relato en películas y libros, en cómics y posts, en periódicos y blogs, en revistas y Twitter, en tertulias y charlas, en radios y en conversación. Los medios cambian, perola necesidad y la fuerza del relato subsisten.

La historia y la política, por ejemplo, poseen esencia de relato. Y así fue desde siempre: quien crea y domina el relato, gana; quien pierde el poder narrador, fracasa. Y en Andalucía gozamos de un relato misterioso y primigenio legado por nuestros antepasados neolíticos y que, desgraciadamente, aún no logramos descifrar. Se encuentra en Benalup-Casas Viejas y se le conoce como el Tajo de las Figuras.Las pinturas rupestres son arte, para algunos; símbolos místicos o identitarios, para otros;constituyen un relato para todos. Relato ancestral que grita algo trascendente al vacío de los tiempos y que, todavía hoy, nos conmueve e inquieta.

El chamán dibujó su relato primigenio en las pinturas del Tajo de las Figuras y su grito estremecido aún se percibe fuerte y contundente. Podemos ver –e identificar-, con claridad esquemática, cientos de figuras; sabemos lo que son, pero no lo que nos quieren decir. Descubrimos a los protagonistas, pero no entendemos el relato que sostienen. Aquí un ciervo, allí un pájaro que parece un ibis eremita, allí un ideograma en forma de barco. Bandadas de pájaros, guerreros con armas, figuras que asemejan brujos ancestrales, todo nos aparece tan atractivo, que lo concreto nos impide ver lo general; la figura al cuadro; el verso, al poema; la frase, al relato. No son figuras sueltas al azar, componen una sinfonía armónica compuesta por el solfeo del relato. Alguien, a través de miles años, lleva contándonos una historia que hoy no logramos entender. Analfabetos del lenguaje mágico del pasado, sólo advertimos figuras, cuando, en verdad, deberíamos empaparnos del relato que conforman. No estamos ante unas simples pinturas rupestres, observamos atónitos un cuadro, una composición, un discurso complejo en la que cada figura tiene su papel. ¿Qué pueden significar? El lugar es tan evocador que la imaginación se dispara. Algunos han querido ver el relato tartésico de Gárgoris y Habidis, toda vez que éste, criado por una cierva, fue bandolero y hombre de armas antes de convertirse en rey, tal y como se aprecia en las pinturas. Quién sabe si guardan alguna relación con la primera genealogía real, como sugirió Manuel Laza en 1965 en su ensayo Gárgoris y Habidis, primeros reyes de Tartessos, continuado después por Fernando Sánchez Dragó en su famoso libro Gárgoris y Habidis, una historia mágica de España. Eso, quién sabe…

Creemos que los relatos míticos y fundacionales tan sólo se transmitieron de manera oral hasta la aparición de la escritura. Pero, ¿y si también hubiéramos utilizado el soporte artístico de las pinturas rupestres para narrarlas? Al fin y al cabo, la iconografía clásica, o la eclesiástica, nos muestran a través de esculturas y pinturas sus mitologías e historias sagradas. ¿Por qué no pudo ocurrir lo mismo en la antigüedad? Relatos de ayer y relatos de hoy. Relato somos y en relato nos convertiremos, pensamos mientras descendemos del Tajo para adentrarnos en el relato vertiginoso de la actualidad. El halo mágico de las pinturas todavía nos envuelve. Miramos entonces al cielo azul e imploramos al dios de los tiempos para que alguien, pronto, logre desentrañar su misterio ancestral…

 

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