Septiembre es un mes dado a grandes cambios y mejores esperanzas, como suele ser enero en cada inicio anual con sus innegables intenciones. El fin del verano trae consigo la esperanza de que el último trimestre del año se acabe con buenas intenciones y con mejores resultados.
El fin de año portuense necesita de no pocos gestos que hagan reconducir la situación y demostrar de una vez por todas de la capacidad en la gestión de la ciudad. Dejar atrás las improvisaciones y los desajustes, El Puerto encara un otoño que debe servir para empezar a cambiar la cara y comenzar a construir una mejor imagen.
No solo exterior sino también de viabilidad y de comodidad ante los proyectos que se tienen en mente realizar. El comienzo de las obras del parking de Pozos Dulces servirá para que, tras la derrota del Ayuntamiento en su intención de paralizarlo, se revierta, no solo tiempo desperdiciado, sino para que de una vez por todas, se actúe por derecho y se deje de hacer oposición.
Gestionar ahora el tráfico en una de las entradas de la ciudad le toca a su responsable calibrar las mejores opciones y aprovechar los recursos. Que no haya noticias que censurar será la mejor noticia de que se ha cumplido. Tienen una prueba, importante, que sortear. Toca emplearse a fondo. A ver.
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