Nuevamente las prisas no acompañan al equipo de Gobierno en su intención de aplacar la tendencia polémica en cada una de las actuaciones que lleva a cabo. Si a los innumerables informes, estudios y demás consideraciones que acumula en cada acto que lleva a cabo, en esta ocasión, una vez más, al tripartito no le ha salido del todo bien el intentar maquillar la nefasta y patética imagen que ofrece El Puerto, dos años después en una de sus arterias principales.
Una de las entradas a la ciudad continúa ofreciendo la pésima y lamentable imagen que da a locales y foráneos a su entrada a la población. Pozos Dulces es la viva estampa de la sinrazón y de las prisas de unos y otros por querer cambiar a costa de agujerear un lugar emblemático y que sirve de tarjeta de visita para una localidad que se autodefine como turística.
La imagen debe ser importante para que la ciudad luzca esplendorosa y vital. Las maniobras aceleradas para adecentarla tampoco le han ido a la zaga, de ahí que hayan sido los propios técnicos los que frenaran la licencia de obras.
Culpar a la burocracia, ahora, es un gesto exculpatorio e irresponsable. Complicado tiene Pozos Dulces no convertirse en un aparcamiento subterráneo viendo el proceder ante una triste y simple licencia de obras.
La intención de parchear con arena ante la celebración de la Motorada, finalmente, en el apremio no encontró un final feliz. La arena que se piensa utilizar encontrará acomodo en las inminentes obras de los parkings.
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