La teoría consigue engrasar y colocar todas las piezas en bandeja ante los diferentes temas a los que hay que hacer frente. Todo sale a pedir de boca. Sobre el papel todos los problemas tienen una solución y una manera de ejecución bien diferente.
Sencilla e ilusoria. Desde la barrera, todas las problemáticas tienen una respuesta de actuación mejor de la que se le ha dado, sin lugar a dudas. Una es hacer oposición y otra cosa bien diferente es gobernar. Cuestiones diametralmente diferentes y opuestas.
La práctica, por su parte, ha demostrado, hasta el momento, encontrar más dificultades en la intención de salir airoso de la gestión municipal en los 100 días de gobierno.
La disyuntiva de intentar contentar a todos y cada uno de los colectivos y asociaciones es cuanto menos complicada e imposible de realizar.
Inquietud
La incertidumbre comienza a tomar terreno ante los asuntos que habrá que ir asumiendo con el curso político ya comenzado y que irán marcando la legislatura que no se presenta ni halagüeña ante el futuro inmediato, ni plácida ante las cada vez más cuestiones que hay que abordar.
Las dudas se acrecientan con el paso del tiempo.
Las críticas encontradas en asuntos, a priori, de menor calado han hallado una acogida no esperada y mucho menos esperanzadoras para hallar en otras de mayor profundidad una resolución satisfactoria.
Así, hablamos de la remunicipalización de la empresa de Aguas Apemsa, al igual que los nombramientos y sueldos de los consejeros delegados de las empresas municipales, los aparcamientos subterráneos (con multa millonaria para el caso de no ejecutarse) o la cuantía que supondrá -y que aun no conocemos- la eliminación de la Zona Naranja.
Los gravámenes que Impulsa debía hacer llegar al Consistorio por la gestión de los aparcamientos durante una década.
Las pérdidas, solo para este año alcanzan los 15.000 euros en Valdelagrana. El Ancla y Las Redes suman 20.000 euros. Se estima que la cantidad por la eliminación ronde los 100.000 euros al año.
Todo ello dentro de un Plan de Ajuste y con el que a partir de este año dejará de ingresar las partidas que equilibran un presupuesto ajustado al milímetro y mirado con lupa por el Ministerio de Hacienda.
Es por tanto que la diligencia mostrada y el enjuiciamiento conseguido con temas que en principio pudieran ser entendidos de menor enjundia, como el recorte en la festividad de la Patrona, el Mercadillo Solidario o el cambio de ubicación del Festival de Comedias.
Ninguno de ellos encontró la aprobación unánime correspondiente. Ni que decir tiene, la penúltima decisión, igualmente, ha servido para calibrar el estado actual de amplitud en la idoneidad de las determinaciones ejecutadas.
El cierre de la subjefatura de la Policía Local en el Centro Cívico convergió para que todas las asociaciones que aplaudieron en su día tal decisión hayan mostrado de forma pública su desaprobación en su cese.
Los hechos hablan por sí solos. Las dudas al respecto reflejan las complicaciones que entrañan el ejecutar cada una de las propuestas que en su día se exhibieron para voltear la situación local. Ilusiones, proyectos, compromisos y programas electorales que deberán moldearse a la realidad.
Las expectativas creadas tampoco ayudan a que la transición sirva para paliar las lógicas dificultades con las que el tripartito está encontrando para sostener un Ayuntamiento ya de por sí marcado de una manera tácita, con los variados temas que siguen sin atajarse y sin resolverse.
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