Por sus actos los conoceréis. Paradójicamente en la tierra más mariana, en la ciudad que da su santo nombre y a la que le debe el nombramiento a siete siglos de historia, los ahora en el poder -que no gobernando-, se aferran a luchar a contracorriente en la intención de arrebatar con cortapisas lo que el pueblo siente y venera.
Penosamente encontraremos, de la misma mano, los argumentos vacíos del que sostiene que hay que fomentar el espíritu portuense en su esencia unitaria y general. Conquistar el tiempo perdido con un pensamiento positivo y enriquecedor de volver al orgullo del sentir portuense.
Flaco favor se le hace cuando tienen la oportunidad perfecta y no aprovechar para estar a la altura de las circunstancias. En esto tampoco lo están. Las medianías y la mediocridad se van imponiendo a pasos agigantados.
El recorte progresivo, que no progresista, y falta de inteligencia también afecta a los que debieran ser los cabezas pensantes y dar ejemplo. Ya sabe, el gobernar para la mayoría, para los que depositaron su confianza y los que aceptan como buenos demócratas la decisión del pueblo.
El mismo que ve como se le intenta convertir de segunda, el que debe justificar y pedir perdón por ser portuense y tener creencias.
Las palabras, más allá de la redundancia estúpida de la discriminación positiva, inócua y vacía, no parecen encontrar el sinónimo perfecto para el respeto. O sí, respeta para ser respetado.
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