Porque así lo han querido. El Racing Portuense escribe en uno de sus últimos episodios de existencia en un ambiente tragicómico. En la mañana de este domingo firmaba su primera incomparecencia -la primera de las tres para quedar excluido de la competición- ante el Conil, convidado de piedra en la defunción de la entidad racinguista, que sigue en su proceso de descomposición.
En silencio, solo, abandonado, sin público, sin aficionados, sin testigos -salvo los medios de información- participaron de la infamia que sigue acompañando al Viejo, a ése que propios y extraños han querido purgar sus conciencias con acciones u omisiones más o menos destacadas. En un protocolario acto, el árbitro sevillano Jesús Santos Mellado daba fe de la ridícula e impresentable situación que continúa rondando acerca del Racing, o lo que queda de él.
El cariño que procesa el club de Valdelagrana allende sus fronteras, encontró el respeto a una entidad que sigue siendo cercana y querida por rivales, que entendieron y se solidarizaron con una situación dantesca y lamentable.
Frío e indescriptible panorama, el Racing sellaba su final más nauseabundo. La transparencia, tal ausente y tan escasa, quiso que tanto el colegiado como el propio equipo conileño, permitiera que todo el proceso de la firma del acta fuera recogido por los únicos presentes en el sombrío acto.
Éste es el primero, el segundo se firmará ante el Arcos la próxima semana. La agonía tendrá más episodios que escribir y así, el caprichoso calendario retomará una semana de descanso para certificar la exclusión del campeonato liguero ante el Cádiz B. Otra parodia más del caótico final de un club que continúa a la deriva sin, que nadie ni nada se digne a certificar una muerte digna.
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