El Puerto

A evitar dolor de Cabezas

Advertidos ante un tropiezo inesperado, buscan la victoria como bálsamo estimulante.

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  • El entorno confía en revertir la dinámica irregular de los primeros partidos. -

Un simple gol basta para sonreír y festejar un triunfo y uno en contra vale para lamentarse y acabar apesadumbrado. Sin éste, las penurias encuentran de un plumazo una razón negativa para localizar culpables que alivie el tormento dominical. La derrota debe quedar en el olvido, al igual que el deplorable espectáculo padecido días atrás.

Hay que cambiar de registro y de actitud. Ésa que puso sobre la mesa Mere y que señaló como mal endémico de un equipo que salió escaldado por un justito San Juan.

Ni santos ni dioses entendieron muy bien lo que pudo pasar para que este Racing, el de la ilusión y las buenas intenciones, cambiara de la noche al día como un calcetín.

Y para terminar de alargar el cadalso, otro San Juan en el camino una semana después: el de las Cabezas. Ironías del destino y del caprichoso calendario, que tomando para sí las tradiciones religiosas, busca la purificación en las místicas hogueras sanjuaneras, toca resarcirse. Toca reaccionar y toca hincar los codos para invertir la situación.

Se ha señalado con el dedo al culpable, ahora se confía en haber aprendido la lección. Errores que han debido quedar subsanados y corregidos en la caseta para que, sobre el césped, se vislumbre lo que debe ser otra historia bien diferente. Un nuevo tropiezo puede empezar a resquebrajar el crédito indisoluble con el que se dio la bienvenida a un proyecto.

Un error es perdonable, uno tras otro puede impacientar. No hay prisas ni debe haber presión; hay una obligación en querer demostrar que hay más equipo y más compromiso del que se ha estado viendo. El pasado es reciente y las heridas pueden supurarse antes de tiempo. 90 minutos para enderezarse. Otra oportunidad.

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