La ola de solidaridad con Ucrania no se apaga en El Puerto a pesar del paso del tiempo. Ha pasado más de un mes desde que Rusia invadiese el país y las ganas de ayudar entre los portuenses no cesan. Multitud de iniciativas han visto la luz desde entonces: recogidas masivas de material humanitario, actos solidarios e incluso expediciones hasta Ucrania con el objetivo de traer a España a cientos de refugidos tal y como ha ocurrido con la caravana solidaria, que surgió gracias a una pareja roteña , en la que ha participado casi una veintena de voluntarios como el empresario portuense Dani Macpherson al que 7TV entrevistó esta semana. Macpherson participó en la segunda expedición que partía el 20 de marzo desde El Puerto de Santa María y que ha conseguido traer a 43 refugiados.
P- Cuéntanos la historia que hay detrás de esta iniciativa.
R-La iniciativa parte de uno de los miembros del grupo que todos los años acoge a una niña ucraniana. Perdió el contacto el día 27 e intentamos por todos los medios posibles contactar con ella, no fue posible, y pensamos que la mejor opción para ayudarla era ir a la frontera y traernos al mayor número de personas posibles. Empezamos con cuatro furgonetas pero hemos conseguido formar una caravana de 9 furgonetas y 18 voluntarios.
P- El viaje ha debido de ser duro. ¿En algún momento dudaste de si embarcarte en él?
R- Desde el principio lo tuve claro, decidí dejar pasar un tiempo para poder gestionar la ayuda y que fuera lo más eficiente posible.
P- En esta última expedición habéis conseguido traer a otros 43 refugiados.
R- Efectivamente. Hemos conseguido traer a 43 refugiados directamente y uno de los miembros, Leopoldo Osborne, se ha quedado allí para coordinar la ayuda, ha fletado un autobús y en breve se fletará otro.
P- ¿Por qué decidisteis desplazaros hasta allí?
R- Queríamos ver en primera persona lo que estaba pasando, habrá gente que piense que no es la forma más eficiente de ayudar pero fue la que nos pedía el cuerpo.
P- Una vez allí, ¿cómo fue todo?
R-Llegamos a Cracovia que fue el punto donde entregamos toda la mercancía y a partir de allí lo que hicimos fue dispersarnos por Polonia, unos a la frontera, otros a Varsovia para recoger a las familias. Nos hemos encontrado una situación dramática, sobre todo una mezcla muy variopinta, familias que venían de una situación muy acomodada y familias que venían de una situación muy humilde, y todos acababan en el mismo sitio. Con toda la ayuda material que llevamos y entregamos se rellenó un supermercado donde todos los ciudadanos ucranianos que estaban acogidos cogían poquitas cosas de aquella ayuda que pudimos llevar.
P-Debió de ser duro.
R- Sí, lo fue. En ese momento es cuando realmente te das cuenta de que gracias a esa pequeña aportación, ellos se sienten un poco más humanos. Se han ido a un país que no conocen, por muy próximo que esté a su frontera, y no tienen ningún tipo de medio, ni económico, ni de nada. Viven de la solidaridad que reciben de los demás ciudadanos.
P- Una ayuda que alivia la presión solidaria de las zonas fronterizas.
R- Es lo que hemos intentado, desde luego, descongestionar esa presión solidaria que está soportando Polonia y la zona fronteriza.
P- En el viaje seguro que habéis tenido tiempopara hablar con las familias, ¿qué os han contado?
R-Las familias refugiadas tienen percepciones muy diferentes, no tienen la certeza de cuánto va a durar la guerra y alejarse tanto de sus casas es como una renuncia más a todo lo que tienen, a sus vidas. Se van a un país que no conocen y eso psicológicamente es un paso más de la catástrofe de la propia guerra. En el regreso había familias que tenían problemas de salud, y problemas provocados por la propia guerra. Una de las mujeres que viajaban con nosotros entró en pánico al segundo día de nuestra salida tras conocer que acababan de bombardear una de las poblaciones en las que residía uno de sus familiares. Pasó parte del viaje intentando contactar con algún familiar. Una situación muy difícil de consolar.
P- No será la única historia dramática que habéis vivido.
R-No. Una de las familias tenía cámaras de seguridad en su casa, y los rusos habían hackeado toda la red, y le cortaron todas las señales de vídeo. Durante el trayecto, empezaron a recibir mensajes que les decían que iban a matar a toda su familia allí. Una auténtica tortura psicológica. El no saber que les puede pasar a sus padres y a sus familiares. Es como si ni siquiera aquí estuviesen a salvo de esa presión. Como si no fuese duro dejar allí a sus familiares combatiendo, padres, hermanos e hijos.
P- ¿Cómo ha sido la vuelta a casa para ti? Supongo que de alguna manera este viaje te ha cambiado.
R-El viaje de ida fue muy ilusionante, pero la vuelta ha pesado bastante. Al final son varios días y es difícil no establecer un vínculo con ellos. Esa relación psicológica tiene también su trámite, no es sencillo deshacerte de lo que has vivido. De las 43 personas que hemos traído, ninguna ha tenido un ápice de una historia dulce, todas han tenido historias trágicas. La menos trágica es que cuando estaban saliendo de Ucrania, el vehículo en el que iban se estropeó y no podían frenar. Al pasar los controles fronterizos fueron tiroteados por militares ucranianos. Son historias que se salen por completo de la norma, y esta es la mejor de las historias porque ellos han tenido la suerte de salir. Las historias de los que aún quedan por salir.
P-Hay cierta confusión sobre recoger a Ucranianos.
R-Nadie puede ir a la frontera de Ucrania o Polonia a recoger a menores. Esos trámites los hacen las administraciones. Nosotros solo recogemos a familias pero hay un abanico muy ampli, porhay muchas formas de ayudar. Una gran parte de las ayudas, es necesaria aquí. Hay que tener en cuenta que las personas que llegan también nos necesitan.
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