Nací por primera vez por parto natural en la avenida de Guatemala de Huelva. Al mes del nacimiento, los galenos de aquella década de los cuarenta me daban por muerto, sin embargo, me salvó la vida, aquel afamado médico de niños y de familia de la época “Quinterito”. Mi madre, Juana de los Santos, que era de Tharsis, me llevó a casa de los abuelos en la mina, para sanarme de los resfriados, y de mi deteriorada salud infantil, allá, entre bosques de pinos eucaliptos, naranjales y mortuñeras, jaras y lentiscas, seguí con siete años adelante, pero resulta que con esta edad nací en Tharsis de nuevo. Yendo con mi abuela Teresa de la mano a la panadería de Santiago por el pan, una vez en la misma, me solté de ella, -cosas de chiquillos- me subí al tablón mediante el cual, los operarios arrojaban los troncos al fuego del horno, Caí sobre los troncos ardiendo entre el fuego. Los operarios con una prontitud que a pesar de los años aún recuerdo, me sacaron del infierno, y me arrojaron con el fuego de medio cuerpo para abajo, sobre una cuba grande de agua. Y ya, después de jubilado colaborando en el Viva Huelva, me intervinieron en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla, a corazón abierto, la joven doctora granadina, Encarna Gutiérrez y su equipo, con éxito. Volví a nacer de nuevo. Durante los años que realicé mis tareas informativas en la prensa conocí a Manuel Cáceres Artesero. Quizás el nombre no les pueda sonar a nada, pero si el de ‘Manolo el del Bombo’. Pues bien, en un partido celebrado en el desaparecido Estadio Municipal, la selección Sub-21, jugó contra Islandia, partido valedero para el campeonato de Europa de esta categoría en el que triunfó España por uno a cero. Tras el partido, quedé con ‘Manolo el del Bombo’ en un bar, allí le entrevisté para el periódico. Manolo bebía leche fría, helada, por un tubo, más que una cabra recién nacida. En aquella cita de trabajo, Manolo me habló de manera incansable de su recorrido, siempre afortunado, aunque también con algún que otro contratiempo, de toda su andadura con la selección española. Cumplida la entrevista, nos mantuvimos en contacto por teléfono y previo a un partido de fútbol sala que jugó España-Canadá en el Andrés Estrada, una noche a deshora, llamaron por teléfono a mi casa. Lo cogió mi señora que tomándose a broma la llamada me dijo: -Juan, te llama un gracioso que dice que es Manolo el del Bombo. Y efectivamente, era Manolo quién me llamó para quedar y vernos, y asistir al partido que iba a jugar la Selección de futbol sala en Huelva. En la despedida de Manolo, la segunda vez que nos vimos en Huelva, me regaló el libro de su vida, que aún conservo y que tituló ‘Manolo a todo Bombo’, y fue cuando al entregarme el libro Manolo jocosamente me dijo: Juan, en el libro leerás que he nacido dos veces. Quedé pensativo y le dije: ¿Sabes una cosa Manolo? -Juan, ¿Qué me vas a decir? -Pues que yo te llevo una. “He nacido tres veces”.
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