El ojo de la aguja

Nuestro Andévalo

Continúa el paso de los días de la primavera y siempre en las mismas fechas cobra notoria actualidad...

Publicado: 04/06/2019 ·
13:29
· Actualizado: 04/06/2019 · 13:29
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Autor

Juan Bautista Mojarro

Mojarro es un veterano articulista onubense, escritor y poeta. Ha trabajado y colaborado con casi todos los diarios onubenses

El ojo de la aguja

Un viaje por el pasado de Huelva, sus barrios, sus personajes ilustres y anécdotas, además de sus reflexiones sobre el devenir de la sociedad

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Continúa el paso de los días de la primavera y siempre en las mismas fechas cobra notoria actualidad una gran parte de las comarcas de nuestra extensa y envidiable provincia, pero en esta ocasión nos vamos a referir por aquello de nuestra afinidad  y un mayor conocimiento de la mayoría de las poblaciones, a nuestro Andévalo, como encabezo la columna de hoy. Durante días señalados de la primavera de la que auguran  que será muy calurosa,  la comarca del Andévalo dedica sus mayores sentires a las sucesivas romerías que celebran en fechas puntuales. Y es que el Andévalo, desde todos sus rincones, afloran raíces, costumbres ancestrales, añejas, dentro de la religiosidad el folklore. Todo, por imperativos se convierte  en sentimientos y luces. Encinas encorvadas, aromos, eucaliptos y pinares,  flor de la jara. Gazapo huidizo en un camino rojizo entre lajas acristaladas, perdices, grajos y urracas, tórtolas silvestres, liebres que cruzan las carreteras, codornices. Cirros en los cielos, luz del sol que los adelanta, es el Andévalo, desde San Bartolomé de la Torre, pórtico de la comarca,  pasando por el Almendro, Castillejos, Villablanca, San Silvestre, Alosno, Tharsis, Santa Bárbara, Villanueva de las Cruces, Paymogo, Los Montes del San Benito, Cabezas Rubias, Puebla de Guzmán, Herrerias,  El Cerro, Valverde,  Calañas, Perrunal, La Zarza, Sanlúcar del Guadiana. Lugares que, al correr del tiempo, se distinguen por un hecho significativo y peculiar, el abrir los brazos a todo visitante, en ninguna de las poblaciones citadas, nadie se puede sentir forastero. Y es que en el Andévalo, desde la población más próspera a la aldea más olvidada muestran sus afectos y cariño a aquellas personas que los visitan. El agasajo hacia la persona de fuera es un don humano de esta tierra, condición  vitalicia que nunca se pierda. Visitar la romería de San Sebastián en Cabezas Rubias, la de la Virgen de la Peña en el Cerro del Aguila, patrona de todos los andevaleños, de Puebla de Guzmán. Romería de Santa Bárbara en Minas de Tharsis, Fiestas de las Cruces de Mayo, en Alosno, y también las de San Juan Bautista en Junio en la localidad alosnera. Romería de la Virgen de la Coronada en Calañas, Romería de San Benito en el Cerro del Andévalo. Piedras Alba en Castillejos y el Almendro en el Prado de Osma, Paymogo, posee un especial encanto folklórico la romería de la Santa Cruz, el primer domingo de mayo, y en julio se celebra la verbena de Santa María Magdalena., San Sebastián en Las Cruces etc. Nuestro Andévalo está necesitado de realidades, no de jubilados con cincuenta años aferrados al subsidio, sin esperanzas de continuidad como “pueblos”, porque sus hijos retornan, como herencia de los padres a la emigración. Hay que ponerle remedio a una comarca de riquísimos conceptos, que no sea más vulnerable, malditamente engañado.    

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