El ojo de la aguja

Rosalía de Castro

Del fallecimiento de la insigne poetisa gallega Rosalía de Castro hace ya 123 años. Nació en la madrugada del 24 de febrero de 1837

Publicado: 25/03/2019 ·
12:57
· Actualizado: 25/03/2019 · 12:57
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Autor

Juan Bautista Mojarro

Mojarro es un veterano articulista onubense, escritor y poeta. Ha trabajado y colaborado con casi todos los diarios onubenses

El ojo de la aguja

Un viaje por el pasado de Huelva, sus barrios, sus personajes ilustres y anécdotas, además de sus reflexiones sobre el devenir de la sociedad

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Del fallecimiento de la insigne poetisa gallega Rosalía de Castro hace ya 123 años. Nació en la madrugada del 24 de febrero de 1837 en una casa de la calle del Camino Nuevo de Santiago de Compostela. Doña María Teresa de la Cruz Castro y Abadía, hija del mayorazgo del Paso padronés de Arretia, da a luz en el mayor de los sigilos a una niña bautizada con el nombre de María Rosalía Rita. Su vida se vio marcada por el dolor y la enfermedad, achacadas tales consecuencias por el hecho de haber sido hija de un sacerdote, José Martínez Viejo que, por su condición eclesiástica, impidió que éste pudiera reconocerla como hija legalmente y, por consiguiente, hacer públicamente su paternidad. El 9 de mayo de 1857 aparece en Madrid su primer libro de poemas ‘La Flor’, escrito en lengua castellana y con notable influjo romántico esproncediano. De ‘En las orillas del Sar’, entresacamos: No maldigáis del que ya ebrio corre a beber con nuevo afán/su eterna sed es la que le lleva hacia la fuente esperanzadora/Cuanto más bebe a beber más/No murmuréis del que tendido ya bajo el peso de la vida/Quiere vivir y aún quier amar/La sed del beodo es insaciable/Y la del alma lo es aún más/. Los últimos días de la admirada poetisa gallega los reparte entre Lestrove en la casa de la hermandad Castro, para luego pasar a Iría, a la casa de la Matanza, donde fallecería a mediados de julio de 1885, arrastrada por la debilidad de su salud, atormentado su cuerpo por un cáncer de útero, dolencia en la que hace alusiones y refleja en muchas de sus composiciones poéticas. Además realizó sus viajes a los balnearios cercanos tratando de aliviar sus últimos días de vida. También le resultó la cercanía siempre benefactora del mar, tanto desde el apartado  físico como psicológico. Cuando se instala en Carril, en la ría de Arousa, tuvo que regresar a la Matanza, donde después de tres días de agonía, rodeada de sus hijos, fallecería. La leyenda quiso que sus últimas palabras fuesen para ordenar la quema de sus manuscritos y para decir “abrir la ventana que quiero ver el mar”. Sus restos fueron trasladados el 25 de mayo de 1891, desde Iría hasta Santiago. La autora de ‘Follas Novas’ reposa en la iglesia de Santo Domingo junto a su madre y dos de sus hijos, Adriano y Valentina. Rosalía de Castro en su doliente paso por la vida fue un ejemplo de continua permanencia del instante, insignificante para  la perseverancia de las ansias del alma que no hay galeno a las que le ponga cura.   n

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