El ojo de la aguja

Tiempo para los ídolos

Sí, amables lectores, están corriendo tiempos para los ídolos, porque los mismos se elevan y erigen por encima del contexto del la masa

Publicado: 08/10/2018 ·
11:49
· Actualizado: 08/10/2018 · 11:49
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Autor

Juan Bautista Mojarro

Mojarro es un veterano articulista onubense, escritor y poeta. Ha trabajado y colaborado con casi todos los diarios onubenses

El ojo de la aguja

Un viaje por el pasado de Huelva, sus barrios, sus personajes ilustres y anécdotas, además de sus reflexiones sobre el devenir de la sociedad

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A uno en el vaivén de los tiempos que le ha tocado vivir ha podido ser testigo de la sucesión de comportamientos dentro de las diferentes facetas de la vida, desde el terreno laboral, que es el que más afecta a la sociedad en su conjunto, pasando por todo aquello que le concierne en actitudes y logros de personas que, de algún modo, tienen mucho que ver de manera sustancial o indirecta con la marcha o menos marcha de cualquier determinado país. Y a ello, aunque nos resulte inexplicable, nos remitimos.

En la actualidad no solo en España, sino también en una cada vez parte importante del mundo, ocurre este fenómeno que aquí en nuestra tierra alcanza límites insospechados.

Sí, amables lectores, están corriendo tiempos para los ídolos, porque los mismos se elevan y erigen por encima del contexto del la masa, porque se convierten como acaparadores de sus sentires a través de sus logros, llámense artísticos musicales, dentro de su amplia gama, como de una forma más fehaciente en la amplitud cada vez más elevada en el terreno deportivo.

En Sevilla, por ejemplo, que son muy dados a la inventiva, en el tan traído y llevado tema de los toros, uno recuerda la caída normal de Curro Romero, y algunos pretendieron buscarle como sustituto a Emilio Muñoz, pero al trianero, a pesar de haber saboreado la Puerta del Príncipe, le buscaron que era de Triana no de Sevilla.

Con el fútbol, nuestro deporte rey, ocurre tres cuarto de lo mismo, pero a una escala que ya sobrepasa todos los límites habidos y por haber desde todos los estamentos que mueven a este deporte, comenzando por los propios protagonistas. El jugador es el ídolo que encuentra apoyo en cualquier resquicio, los propios seguidores de los equipos donde juegan, medios televisivos y todo tipo de tecnologías, tanto escrita como audiovisual, para que esos ídolos resurjan en este tiempo nuestro tan confuso y tan indescifrable.

Tiempo para los ídolos, como Cristiano, Messi, Griezmann, por citar a algunos,  que amplían su idolatría a través de sus derechos de imagen, vamos, toda una burrada, como si se tratará de un  Fleming o de creadores e inventores de épocas pretéritas que escribieron la historia del planeta, pero no queda ahí la cosa, porque uno que vive aún el fútbol como divertimiento, no con pasión, y aunque no soy el más indicado para decirlo,  observa que se ha convertido, así como suena, en un imperio que alcanza cotas insospechadas, de tal manera que hoy día le tengo que dar la razón a mi  mujer, que me espeta: “Hay fútbol hasta en la sopa”.

El fútbol lo llevan a Asia, África, Emiratos Árabes, ya va ganándole terreno al fútbol norteamericano, y para no quedarnos cortos, como no tenemos bastante, la UEFA se inventa la Liga Europea de selecciones.

En resumidas cuentas, una  verdadera panacea para el resurgir muy y mucho en este tiempo de muchísimos ídolos, tan necesarios ahora como lo fue el Real Madrid en aquellos tiempos del franquismo cuando las inolvidables copas de Europa, las calles quedaban vacías y todo el mundo pegado a los televisores.

 

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