El ojo de la aguja

La Cinta

Cinta, caminadora, porque así lo quiso el  Hacedor. Camino que se convierte en plegaria plena, suspiros, promesas y lágrimas, rezos continuos

Publicado: 03/09/2018 ·
11:16
· Actualizado: 03/09/2018 · 11:16
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Autor

Juan Bautista Mojarro

Mojarro es un veterano articulista onubense, escritor y poeta. Ha trabajado y colaborado con casi todos los diarios onubenses

El ojo de la aguja

Un viaje por el pasado de Huelva, sus barrios, sus personajes ilustres y anécdotas, además de sus reflexiones sobre el devenir de la sociedad

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Se erige el santuario de la Virgen de la Cinta, patrona de Huelva, en lo alto del Conquero, junto al convento de las Hermanas Oblatas, en la populosa barriada de La Orden. Llegar al santuario, y lo que no es una sorpresa… ¿milagro? La Virgen nunca está sola. De aquella visión impronta de ‘ausencia’ de soledades me hizo escribirle a La Cinta en el 2004 la siguiente seguidilla: /Voy a ir a la Cinta /a ponerle dos velas/y desde  el Conquero/ ver la tarde serena./ La Virgen chiquita/nunca está sola/en su bella ermita./

Virgen de la Cinta que cierto día se le presentó a un zapatero olontense, de Gibraleón. ¿Tuvo que ver está aparición al zapatero, por su profesión, con aquello de que a nuestra patrona le venga esa salida caminante, andadora,  de su ermita hasta la Catedral y viceversa? Circunstancias que se dan en todas sus festividades, aglutinando los afloramientos de fe y los sentires ancestrales en el peregrinaje de los onubenses.

Y escribiendo de La Cinta, me viene a la memoria un jugador que fue del Recreativo, catalán, Méndez para más detalles, de la década de los sesenta. Cuando escribía el libro ‘Leyendas del Recre’ hablé por teléfono con Méndez, hablamos del Recre y de Huelva, y finalmente me dijo: “Mi única hija se llama Cinta y nació ahí, es periodista y trabaja ahora en Telecinco de Barcelona”.

Lo cierto es que lo más emotivo de la festividad de la Virgen de la Cinta es el traslado, su caminar, tanto de ida a la Catedral como en la vuelta. La Cinta caminante despierta en su andadura, para muchos corta, ansias de caminos, incluso en los enfermos, tullidos e impudientes. Cinta, caminadora, porque así lo quiso el  Hacedor. Camino que se convierte en plegaria plena, suspiros, promesas y lágrimas, rezos continuos con miradas altas llenas de esperanzas.

Llega la Virgen de la Cinta en un clamor incontenible a la Peña Flamenca de las Colonias y recibe la tradicional ofrenda de flores de los flamencos, para a continuación, la cantaora de Las Colonias, Rocío Vázquez, y el  cuadro de cante entre los que se encuentran el padre de Rocío, guitarrista y cantaor, Tomás Vázquez, Francisco Díez Checa, que fuera presidente de la entidad, etc. Y seguro, porque sí, que desde allá de donde esté, ese gran flamenco y cintero que se nos  fue, Manuel Sánchez, con el caracoleo de su voz flamenca y sus hondos sentires salineros y flamencos, seguro que echará una mano.

Por todo ello, por su profundo significado devocional me atrevería a apostar que las Fiestas de La Cinta tienen pero que mucho para ser consideradas  la primera gran Feria de Huelva, al margen de los actos religiosos aunque, eso sí,  se sabe como  nuestra segunda fiesta después de Las Colombinas. Por eso entendemos que  una cosa es fiesta y otra feria, apostamos por lo de primera feria a La Cinta,  sin menoscabo de quitar nada a las fiestas de la  gran gesta colombina.

 

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