El ojo de la aguja

Escuela taurina

La desaparecida y primitiva escuela taurina de Huelva fue fundada por un extremeño, Esteban Luna Tardío, natural de Los Santos de Maimona

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La desaparecida y primitiva escuela taurina de Huelva fue fundada por un extremeño, Esteban Luna Tardío, natural de Los Santos de Maimona. Esteban Luna era entrador de carnes y negociante de pieles, y debido a estas profesiones las alternaba con la compra de ganado de desecho de tienta de ganadería brava y algún que otro ganado mostrenco, así como de media casta.

Esteban Luna, animado por algunos aficionados a los toros de aquella época que había en Huelva, fundó la escuela taurina, la primera y única legalizada en España mediante permiso gubernativo. Se hallaba en la Isla Chica, concretamente en las espaldas de la actual calle del barrio Villanueva de los Castillejos. La flamante escuela taurina de Huelva contaba con una plaza de toros cuadrangular y constaba de cuatro chiqueros y uno central, burladeros con sus correspondientes ‘troneras’, que son unos huecos que están dentro de los burladeros  para que se puedan meter los mozos de estoques y banderilleros. Las gradas ocupaban casi la totalidad  de la plaza, a excepción de la zona donde se hallaban ubicados los chiqueros, con la exclusiva idea de que se pudiera trabajar con las ‘garrochas’, las gentes destinadas a dar la suelta del ganado.

El lugar del palco presidencial se hallaba e una zona espaciosa, bajo tres grandes arcos  de mampostería y una verga de hierro en cada ‘arcada’.

En la referida plaza actuaron en aquella lejana época Manolo Roig ‘Niño de la Isla’ (que confiamos se halla recuperado de sus dolencias), Antonio Maestre, Laine, los hermanos Curro y Enrique Frigones, Paco el Galápago, Perico Aguirre, Pedro Carreño, etc.

Esteban Luna, como ganadero por aquellos años, era bastante conocido, dentro de las limitaciones de aquella época, y tenía la ganadería en lo que posteriormente sería la barriada de El Higueral. Quienes le conocieron de cerca como su sobrino, Manuel Vicente Morales, decían de él que “era un hombre auténtico, fuera de serie en los asuntos taurinos”. Los problemas de la guerra y luego también debido a una inesperada enfermedad, lo llevaron casi a la ruina, viéndose obligado a convertir la escuela taurina en una gran casa de vecinos para poder vivir de la renta.

Fue un gran amigo de Manolito Báez Litri, lo admiraba de tal manera que cuando lo mató el toro Extremeño en Málaga, llegó a decir de él “si a Manolito no lo llega a matar Extremeño, hubiese sido uno de los toreros más grande de la historia”.

 

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