Los salones del Casino de Beas acogieron el primer Foro nacional taurino de está localidad, con la exclusiva intención de divulgar desde las raíces eminentemente taurinas, los conocimientos y las experiencias de aquellas personas que, de un modo u otro, fueron arte y parte de la actividad taurina, una forma de vida tradicional presente en nuestra sociedad desde hace décadas y que constituye un eslabón brillante en la conservación de la dehesa beasina. Y se trata de manera especial del toro de lidia, por tal motivo la junta directiva del casino organizó este primer Foro taurino de Beas, en el que se dieron cita expertos, toreros y aficionados, siendo las jornadas apadrinadas por el matador de toros onubense Emilio Silvera, con la presencia del alcalde de la localidad y el presidente de la Asociación Centro Cultural y Recreativa.
En el evento se habló de todo lo referente al mundo del toro en torno a una mesa redonda en la que estuvieron presente y participaron Alejandro Oreal Cruz, ganadero; Ignacio Palacios Clemente, farmacéutico de Trigueros e historiador; Pedro Quintero, ‘El Gallero’; y como moderador, el periodista Javier García Baquero.
Cerró el capítulo de intervenciones el torero onubense, Pedro Quintero ‘El Gallero’, sacando a la palestra el origen enraizado de ‘las capeas’, tan frecuentes en el entorno familiar de esta zona que las distinguen como son las poblaciones de San Juan del Puerto, Trigueros, Beas, Valverde del Camino, etc.
‘El Gallero’, torero del barrio de Viaplana, de donde salieron tantos y tantos aficionados y novilleros, como ‘Niño de la Isla’, ‘El Puga’, Rafael Carbonel, José García López, ‘Caramelito de Huelva’, Jesús Abril o Miguel Abad, que dejó el fútbol para dedicarse a los toros etc. A Pedro Quintero de chiquillo le vimos hacer los lances por las calles de Viaplana con un chaleco. Pedro Quintero ‘El Gallero’ cobró renombrada fama cuando intervino el la película ‘El Litri y su sombra’.
Y precisamente el tema que desarrolló Pedro Quintero en este primer Foro taurino de Beas lo basó en los difíciles orígenes del torero en la década de los cincuenta, que tenían como insoslayable actividad las capeas hasta nuestras fechas. Habló de sus principios como maletilla de lo que de por vida fuera su verdadera pasión, el mundo del toro, y recordó también que: “Íbamos desde Huelva en aquellos años cuatro chavales hasta Beas andando, pasando por San Juan y Trigueros, y nos quedábamos en una casa particular de una señora durante una semana, pagando veinticinco céntimos al día para poder participar en las capeas beasinas, y nos quedábamos a dormir en el suelo”.
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